El mayor signo de debilidad que pueden demostrar


Una regla básica de la política es no quedarse en el análisis superficial de los fenómenos, sino verlos en su proceso y desarrollo. Para ello es imprescindible analizar los mismos desde la perspectiva de la lucha de clases.

De esa forma, no sólo se desmaleza lo importante de lo secundario sino también se puede analizar objetivamente el papel de las clases y sus conductas, dado que las mismas están determinadas por la dinámica de la lucha y no por la voluntad de los individuos.

Patricia Bullrich y el gobierno de Milei intentan mostrar signos de fortaleza luego de los sucesos del miércoles 12 de marzo. Podemos afirmar que hasta se “la creen”, metidos en su micro clima en el que persiguen sostener a como dé lugar su plan de ajuste contra las condiciones de vida de las amplias mayorías. Quieren actuar como si la lucha de clases no existiera.

El gobierno no podía ocultar las “balas” que le venían entrando desde principios de este año. La movilización del 1 de febrero, los efectos del caso $Libra que afectó gravemente la percepción popular respecto del presidente, la evidente fragilidad del esquema económico recurriendo al FMI, las peleas por arriba cada vez más evidentes y abiertas entre las facciones burguesas, todo ello acompañado por una resistencia que se mantiene y pone obstáculos a las intenciones de disciplinamiento político del pueblo trabajador, eran el antecedente al que se vino a sumar la convocatoria genuina, de base, autoconvocada, de hinchadas de diferentes clubes de fútbol para acompañar la concentración de los jubilados. Convirtiéndose en un hecho político en sí mismo que venía a ratificar que se van incorporando a la resistencia nuevos actores.

En ese escenario, la decisión política de desatar la represión pasadas apenas las cuatro de la tarde, tuvo como fin impedir que la manifestación fuera masiva. Esa decisión en sí misma, es el mayor signo de debilidad que se puede demostrar. Primero, porque la burguesía sabe que si la movilización logra masividad no hay protocolo ni represión que pueda ejercer. Segundo, porque buscaron dispersar la movilización y lo que lograron fue demostrar que los manifestantes enfrentaron los embates represivos con decisión y combatividad. Si a eso se le agrega que todas las denuncias que hizo el gobierno luego de la marcha cayeron por su propio peso ante imágenes que desmienten sus argumentaciones, la conclusión es que luego del miércoles aumentó la debilidad política del gobierno.

Sumado a esto también les dolió la movilización que de forma autoconvocada se reunió en horas de la noche en las inmediaciones de la Casa Rosada y otros puntos de la ciudad de Buenos Aires, donde “no hubo protocolo”. Y no sólo le dolió al gobierno sino también a la CGT (que llama a una huelga “antes del 10 de abril”) y a todo el oportunismo reformista que intentará ahogar el accionar independiente de la clase obrera y el pueblo.

Pero volvemos al papel de las clases que mencionamos al principio. La burguesía quiso meter miedo, podemos decir hasta terror con semejante acción represiva, y el movimiento de masas que se expresó ese día mostró la determinación de enfrentar. El repliegue ante los ataques era para reagruparse en las diferentes esquinas al grito del “Que se vayan todos”, que terminó siendo el canto unificador de la protesta.

La conducta de enfrentamiento a la represión fue la respuesta de autodefensa legítima que las masas ejercieron. Los reproches o acusaciones de los parlanchines de la burguesía terminan siendo un argumento que intenta deslegitimar la acción de masas y culmina legitimando la represión. Los reaccionarios y los progresistas le exigen “pacifismo” a las masas y terminan reivindicando o justificando la represión, en una reposición absurda de los dos demonios.

La debilidad política del gobierno se expresa también en que otros sectores convocan a la movilización de jubilados del miércoles próximo, confirmando de ese modo que la política del miedo y del autoritarismo que esgrime el gobierno va decididamente en contra de las aspiraciones de defender las conquistas políticas de la movilización, la lucha y el enfrentamiento al plan del gobierno que tiene en los jubilados su expresión más acabada de inhumanidad y despojo que el poder burgués está mostrando.

En esta situación, junto a la movilización en las calles, debemos seguir ejerciendo el enfrentamiento en cada lugar de trabajo, estudio, vivienda, ratificando que la salida a esta realidad de ataque a las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras es enfrentarlos desde las bases, con iniciativa, con independencia política de clase, confiando en nuestras propias fuerzas, organizándolas, para aportar a que el proceso de lucha de clases afecte cada vez más la debilidad política del gobierno y podamos derrotar su plan.

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