Hoy nuevamente se gana la calle, ninguna amenaza del gobierno atemoriza a una sociedad que vive acuciada por los problemas generados por el sistema.
Se gana la calle y se gana en experiencia.
La expresión de hoy será la acumulación de infinitos enfrentamientos que se vienen dando en muchos rincones de nuestro país.
La calle enseña, se van resumiendo debates políticos que, dentro de los establecimientos laborales, de nuestras propias casas, llevaron un tiempo necesario de madurez.
La curva ascendente de que así no se puede seguir viviendo continúa su marcha en un marco de movilización del mismo carácter.
Cuando la oposición política independiente que ejerce nuestro pueblo tomó la calle, todo el arco político institucional (y la CGT en particular que venía haciendo la “plancha”) dieron cuenta que la lucha de clases existe, que es silenciosa, persistente los obliga a mover el tablero.
La movilización de hoy y otras tantas tienen un grado de espontaneidad por el grado de desesperación que hay abajo y de bronca contenida que se quiere y necesita expresar. Pero también hay un grado de conciencia y organización que cada vez pesa más, las autoconvocatorias, las independencias políticas con la que se está actuando, con lo que viene de abajo desde hace mucho tiempo, le van dando otro tinte a un proceso que -como dijimos- es ascendente.
Nada nace de un día para otro, en ello hacemos referencia a la dirección política que adopta todo este proceso de lucha de clases, la lucha autoconvocada gana terreno político porque en ella comienza a “filtrarse” el contenido consciente y revolucionario de la misma.
La plata no alcanza y esta democracia tampoco, es solo resumir una cuestión de sensatez. Pero considerar políticamente y hacer consciente que el camino de la autoconvocatoria comprende esencialmente la democracia directa es una labor política de las y los revolucionarios.
Este camino que experimenta nuestro pueblo es ya un patrimonio adquirido, no hay que “enseñarle” ese camino que le es propio y camina desde hace décadas. Y es en ese pensamiento que los destacamentos avanzados que cada vez son más, deben abrazar la idea y la acción que la autoconvocatoria asociada a la democracia directa se deben transformar en una alternativa política, a todo el dolor que nos propone la democracia burguesa.
Hay que profundizar en las jornadas como las de hoy, donde se rechaza mucho de lo establecido, pero ser conscientes que ese camino se viene gestando con enfrentamientos cotidianos que no tienen prensa; son “las paradas de mano” que hay por miles cuando en nuestros puestos de trabajo resistimos como podemos el carácter de superexplotación al que nos están llevando, este “arriba”. Esta movilización de hoy tiene mucho que ver con el abajo cotidiano de dolor, subestimar estas fuerzas acumuladas, de ejercicio de calle, sería un error y daría aire al oportunismo que hoy sale “luchar” con el objetivo de clavarnos una nueva estaca en nuestras espaldas.
Es cierto, hay mucho por hacer, pero los caminos pueden acortarse en la medida que hagamos consciente que la independencia política es fundamental para que aparezca una alternativa de poder, que es el caminar con la experiencia autoconvocada y elevarla a la idea de la democracia directa.