Ayer el sistema capitalista se mostró como lo que es verdaderamente


Se verifica en los hechos cotidianos una idea que venimos sosteniendo. La finalización de una guerra interimperialista significa la preparación de otra en un escalón superior.

La crisis de superproducción genera -entre otras cosas- un proceso de concentración económica y centralización de capitales irreversible. Hay ganadores-los menos- y hay perdedores, si hablamos de la burguesía monopolista. Del lado de los pueblos oprimidos y explotados esas disputas por arriba atacan la dignidad de la vida humana.

Ayer NO fue un día atípico para el sistema capitalista, por el contrario, lo excepcional ha dejado de ser novedoso. India bombardea Paquistán y Cachemira controlada por éste. No cesan las agresiones de EEUU e Israel contra Gaza, el Líbano, Yemen y Siria. En Alemania fue elegido el Canciller de “la guerra” en segunda vuelta, un canciller que entra debilitado en los acuerdos de la Unión Europea cuando en su propio terruño fue electo por escaso margen. En Rumanía acaba de tener fuerte presencia un sector opuesto a Ucrania y ensanchando los posicionamientos nacionalistas que recorren a varios Estados del planeta. Marruecos aparece en escena jugando el papel de gendarme de EEUU en el continente africano. Principal aliado de Israel, Marruecos clava una cuña guerrerista en toda la región del Shael. Podríamos extendernos a lo largo y ancho del globo para sentir y palpitar la tensión interimperialista.

En todos estos enfrentamientos se trata de encubrir la crisis de superproducción.

Se habla y se escribe de todo, guerras étnicas, guerras por disputas fronterizas, por enfrentamientos religiosos o por obvias disputas comerciales y económicas.

La capacidad de producir crece, la capacidad de los pueblos para consumir decrece. Ese sobrante hay que quemarlo y en ello se llevan puesto a las fuerzas productivas humanas y su estrecha relación con la naturaleza. El capitalismo ayer se mostró como lo es. Miles de muertos en una sola jornada, miles de fuerzas productivas destruidas.  Guerras que aparecen de “la mañana a la noche”, guerras injustas porque amenazan la existencia de la vida humana.

La burguesía monopolista está entramada de tal forma que no puede y no quiere volver atrás la globalización. Un producto debe llegar a buen puerto. Lo que está en juego son las políticas a seguir, y ello es pura y llanamente guerras por dirimirse en cada campo de batalla.

Estas burguesías no dejan de batallar contra los pueblos en forma simultánea, van por salarios universales de 2 a 6 dólares por día promedio a nivel universal. Miles de millones de proletarios ya prueban ese sabor amargo. De “eso no se habla”.

Lucha de clases.

Las guerras interimperialistas están expuestas a la la lucha de clases y es allí en donde la clase dominante tiene una piedra en el zapato. La jornada de ayer fue también una respuesta a las crisis políticas de la mayoría de los Estados. A modo de ejemplo tanto en India como en Paquistán hay un estado de protesta interior de envergadura, lo mismo ocurre en África con grandes movimientos de masas que reivindican gestas revolucionarias de los 70, o la fuerte resistencia popular que se da en medio oriente, o una lucha de clases sostenida en varias partes de Europa y Eurasia. Explosiones sociales como en Corea del Sur, y una cadena de huelgas sostenidas alrededor del globo. No es fácil hoy convencer a estos pueblos, a su clase obrera, que «la guerra es necesaria para una vida digna». Por el contrario, los pueblos se expresan rechazándolas.

Cuando la unidad política está seriamente cuestionada para la burguesía monopolista es porque en lo fundamental la lucha de clases no les permite sentarse tranquilos en sus bancas parlamentarias y ejecutivas porque el afuera está convulsionado.

La lucha de clases está pesando para que ayer mismo China y Europa hayan llegado a ciertos acuerdos estratégicos después de 50 años de globalización. Lo mismo que con los acuerdos de China ,Japón y Corea del Sur. Un sistema capitalista en plena anarquía política que está poniendo -de hecho- las cosas sobre negro y blanco.

Nuevamente las ideas socialistas aparecen alrededor del globo y nuevamente la clase obrera vuelve a ser nombrada por una burguesía que la quiso borrar de los diccionarios por varias décadas. Las clases comienzan a mirarse cara a cara, la historia de ascenso viene de años y promete profundizarse.

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