No somos simples observadores


No sorprendemos a nadie si decimos que gobierne quien gobierne uno de los “pilares” del pensamiento burgués es tratar de ocultar la lucha de clases. Parecerían querer colocar a la clase obrera y al pueblo oprimido en un estado de “simple observación”, no sólo de las contiendas interburguesas por arriba sino también de sus propios padecimientos.

Paralelamente a esto pretenden que acatemos los lineamientos de su democracia y de las instituciones de su Estado, en manos de lo más concentrado del capital.  Esa democracia representativa en donde se delega la deliberación a “representantes” que –en definitiva- votarán en favor de uno u otro sector del verdadero poder monopolista.

Pero la lucha de clases no puede ser derogada por decretos, ni por alharacas presidenciales, ni por tweeteros. Ella es la que le va “poniendo el cascabel al gato” y comienza a verse -en el marco de la resistencia- signos de cambio en la situación.

El gobierno de Milei intenta mostrarse fortalecido a partir de sus medidas económicas, pero en realidad todo es frágil e inestable… Están obligados a actuar en una sola dirección y eso hacen. Saben que transitan una crisis política sin atisbo de resolución y que necesitan unas espaldas anchas (que no tienen) para intentar resolverla.

Los políticos del frente burgués están expuestos y envueltos en disputas donde cada uno se rige según su interés y cada uno recorre el propio camino que sugiere los negocios que representan.

Nuestro pueblo va percibiendo de una u otra manera todo esto y -a pesar de la ausencia aún de una salida política- no extiende un cheque en blanco a ninguno de estos “representantes”.

Ese “principio” rige y erosiona cualquier capital político del poder.

La tolerancia popular es cada vez menor y esa disposición muestra signos de aceleración. Comienza a sentirse, a intuirse que podemos golpear a esta administración con el objetivo de quebrar sus pretensiones de gobierno “fuerte” para imponer su proyecto.

Los reclamos que están viniendo desde abajo comienzan a hacer ruido. Porque nada que venga desde arriba será un alivio a la vida de las mayorías. El camino a recorrer es desde la independencia de clase y la independencia política; junto a una unidad amplia por abajo que vaya consolidando años de acumulación, que eleve la calidad política de la lucha en las más amplias masas. Desde cada lugar de trabajo, barrio, universidad, escuela, hay que organizarse en contra de las medidas del poder con una visión esencialmente política.

La resistencia en oposición a los planes del gobierno tenderá a crecer. Donde uno de los elementos será avanzar en romper el techo salarial impuesto por el gobierno, con aumentos del 1% mensual, cosa que ha destruido los salarios llevándolos a niveles desastrosos.

El otro, ganar las calles contra este gobierno autoritario, que con sus medidas ataca a nuestro pueblo.

Hay que tensar al máximo la cuerda para cambiar la correlación de fuerzas a favor de la tenaz lucha de la clase obrera y el pueblo oprimido, debilitar los planes de los monopolios y pasar a recuperar la iniciativa.

Nuestro pueblo no va ni a tolerar, ni a permitir que se nos arrebaten los derechos políticos que a supimos conquistar, y que son mucho más valiosos y profundos que esta democracia putrefacta y decadente, que se basa en la mentira y el poder del dinero para imponer la continuidad de sus negocios.

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