En el proceso de resistencia que venimos atravesando la clase obrera y demás sectores populares, el paro de los choferes de colectivos del pasado 6 de mayo fue un escalón muy importante, ya que ha sido una nueva expresión de las demandas de las bases trabajadoras y de cómo las mismas profundizan el proceso de ruptura con las dirigencias sindicales.
El paro fue literalmente impuesto desde abajo. Ante las negociaciones entre gobierno y sindicato para, una vez más, evitar medidas de fuerzas, un importante contingente de choferes se presentó ante la sede gremial entonando el temerario “que se vayan todos”, consigna que, por otra parte, se viene extendiendo en las manifestaciones de masas y en los lugares de trabajo. La dirigencia sindical de la UTA (Unión Tranviarios Automotor) no tuvo más remedio que confirmar la medida ante la decidida presión de las bases trabajadoras.
Otro condimento diferencial de esta protesta es que el reclamo ya no se limita a una exigencia de porcentajes de suba salarial, sino a cifras concretas que los trabajadores consideran indispensables para poder sostener su vida y la de sus familias. El reclamo de una recomposición salarial constituye un abierto enfrentamiento contra la política del gobierno de “pisar” las paritarias, política que el gobierno de la burguesía viene aplicando y que es, en los hechos, un virtual congelamiento salarial que persigue seguir ajustando las condiciones de vida del pueblo trabajador como mecanismo para que la burguesía se apropie de una mayor masa de plusvalía.
Como venimos diciendo, el enfrentamiento al plan del gobierno, y la lucha por derrotarlo, requiere que las bases obreras asumamos una conducta de independencia política respecto de los aparatos sindicales y la legalidad que pregonan, que no es otra cosa que la legalidad que la burguesía nos ha impuesto para llevar nuestra lucha por los carriles y recovecos de sus instituciones donde manejan todo a su antojo y hacen efectiva la alianza entre gobierno, empresas y sindicatos.
En esta etapa que se abre, en la que las elecciones vienen a ser presentadas como el único terreno de lucha política, debemos profundizar el camino de ruptura con la legalidad sindical que venimos recorriendo. Por ese camino es por donde el pueblo trabajador va a ir construyendo sus organizaciones genuinas, sus herramientas de lucha económica y política.
El objetivo de conquistar nuestras demandas, de derrotar el plan del gobierno, es una lucha que se da en los planos: el económico y el político. Por ello el enfrentamiento tiene como principal condimento el de seguir llevando adelante una conducta de independencia política respecto de todos los aparatos sindicales y partidarios que vienen siendo arte y parte de la entrega de nuestros derechos y del deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo.
Así como en el plano sindical estamos cuestionando la legalidad y la legitimidad de sus estructuras corruptas y entreguistas, en el plano político debemos seguir el mismo sendero. Quitarle legitimidad a los procesos electorales que están preñados de corrupción y que sólo buscan definir quiénes van a representar los intereses de la burguesía, no los nuestros.
Sigamos impulsando las asambleas de base, las movilizaciones autoconvocadas, las medidas que sean más efectivas para nuestra lucha, sin esperar ni reclamarle a la CGT o a los sindicatos traidores que lo hagan por nosotros. Para que, durante este proceso de ruptura que se viene transitando, vayamos despejando el camino y la ruptura termine siendo definitiva, reemplazando a las actuales estructuras por nuestras organizaciones de base que ejerciten, cada vez más y mejor, la democracia directa. La verdadera democracia de los de abajo contra las imposiciones de la democracia de los de arriba.