Mientras el gobierno de Milei pone en evidencia su criminal posición burguesa frente a un niño autista a quien estigmatiza como “kirchnerista” en el afán de invalidar las verdades que denunciaba, junto a su madre, sobre el corte de recursos que los miles de discapacitados requieren para llevar adelante su vida, la expresidenta Cristina Kirchner hacía gala de su proyecto personal sin reparar en las necesidades de la población hundida en el más miserable pozo de las últimas décadas.
Efectivamente, en el reportaje llevado a cabo en el Canal de TV C5N, Kirchner desplegó su acostumbrada verborragia en justificar su situación judicial frente a la condena por ladrona y otras causas pendientes de resolución.
También habló de sus estrategias electorales utilizadas para vencer al “mafioso” de Macri, manifestó que el peronismo debía unirse para ganar o disputar los puestos gubernamentales y legislativos al actual gobierno y al PRO. Justificó su candidatura a legisladora bonaerense basada en el fin de fortalecer a su partido burgués frente a la disputa que llevan en contra del partido de gobierno.
Pero, sintomáticamente, remplazó su cantinela de “Estado presente” con la de “Estado eficiente…” A buen entendedor, pocas palabras.
Es que, como parte de su clase dominante, no se olvidó de reivindicar el capitalismo, mostrando una vez más que está totalmente de acuerdo con los recortes y ajustes contra el pueblo que ella, como parte de toda la burguesía está empeñada en continuar y profundizar. Es más, en su fuero íntimo debe sentir satisfacción al especular que, si ganan las próximas elecciones, gran parte del trabajo “sucio” habrá estado hecho por el gobierno de Milei. Claro que, en su caso, la tarea se seguiría haciendo con un discurso “nacional y popular”.
Si hasta mencionó ¡con orgullo! que, en su gobierno, los trabajadores alcanzaron a recibir el 52% de la renta nacional. Le faltó agregar que había superado el fifty fifty (la gran “justicia social de Perón”), aunque no aludió a que dicho supuesto porcentaje (si le concedemos credibilidad) se repartía entre más de 40.000.000 de argentinos (obreros, trabajadores en general, jubilados, desocupados y excluidos), mientras que la burguesía, siendo un porcentaje mínimo, disfrutaba del supuesto 48%.
No habló, ni insinuó siquiera, qué planes tiene el peronismo para la recomposición de las condiciones de vida que, durante su vicepresidencia y la presidencia de Alberto Fernández, le fue arrancada a trabajadores, jubilados y sectores populares, que el actual gobierno ha profundizado a niveles nunca antes vistos en décadas.
No mostró un mínimo interés en abordar los temas candentes que están en boca y preocupación de las grandes mayorías populares. Tampoco podría tenerse expectativas al respecto, salvo alguna confusión que ronda las cabezas de algunos sectores del pueblo que todavía cifran esperanzas en que un partido de la burguesía solucionará nuestros problemas de vida.
Pero he aquí que la realidad cotidiana nos muestra y confirma que nuestras mejoras en las condiciones de vida, gobierne quien gobierne en nombre de la burguesía, depende de nuestras luchas y la organización unitaria de la clase obrera y sectores populares para enfrentar las políticas que los gobiernos de turno aplican para garantizar las ganancias y la estabilidad del sistema capitalista en nuestro país.
Los trabajadores y sectores oprimidos, tal como lo venimos haciendo, debemos incrementar la resistencia y el enfrentamiento que aún en forma dispersa y local se va multiplicando, apuntando a que se exprese en organizaciones permanentes que consoliden y den continuidad a lo que resuelven las asambleas autoconvocadas que se va practicando en cada lucha, porque de nosotros mismos depende nuestro presente y nuestro futuro.
Gobierno de turno y oposición política burguesa son disputas de una misma clase y en esa contienda no hay lugar para la discusión de nuestros problemas salvo que la fuerza de la lucha popular, con la clase obrera a la cabeza, obligue a los cínicos explotadores a ceder momentáneamente a sus privilegios, hasta que tengamos la fuerza suficiente para hacerlos caer definitivamente.
La debilidad política que tienen y que los hace ponerse en evidencia, como Milei con el niño autista, y Cristina hablando de sí misma y las disputas electorales, es el piso en que las aspiraciones populares asientan sus pies para avanzar.