Como lo venimos señalando, es notorio que las condiciones de vida de la población han caído notablemente. La transferencia de recursos hacia la clase dominante pesa y mucho en la vida cotidiana; se padece de manera tangible las consecuencias de una sucesión de políticas que van en contra de las necesidades y problemas de las mayorías.
Como respuesta a esta situación, se vienen sucediendo expresiones y manifestaciones de diverso tipo que intentan pararles la mano al gobierno y sus secuaces, tratando de evitar que los que trabajamos sigamos perdiendo.
Ese estado deliberativo que venimos percibiendo en cada lugar de trabajo, los barrios, las casas de estudio, es una búsqueda de que algo debemos hacer… y aunque no se tenga plena conciencia de ello, es lo que politiza el piso de la experiencia adquirida y acumulada para enfrentar todas estas políticas de carácter antipopular.
Algo que no tiene nada que ver con el relanzamiento de “la grieta” que ha intentado hacer la burguesía a partir de la ratificación de la condena por corrupción a CFK y lo llamados del peronismo a “defender la democracia”.
Mientras tanto siguen los “enjuagues” que viene intentando el gobierno de los monopolios encabezado por Milei con sus “martingalas” con el dólar intentando aquietar las aguas en el frente interno, pero “lo hecho, hecho está” y van quedando heridas que costarán cerrarse.
Porque al gobierno lo único que le interesa es seguir rindiéndole las “cuentas” al capital financiero, cuentas que no tienen nada que ver con las necesidades del pueblo oprimido, al que la triste realidad le explota en sus manos.
Las disputas en el seno de la burguesía monopolista y sus representantes políticos son inocultables y se hacen sentir, muy lejos de conciliar los intereses que hoy están en pugna. Ellos ya saben que los remiendos terminan mal, aunque hoy no les quede hacer otra cosa, dejando a la vista que todo este sistema es una total podredumbre.
En este marco, la angustia social de vastos sectores del pueblo oprimido y -sobre todo- la realidad de la clase obrera industrial, muestran que el cepo del 1% impuesto a los salarios es uno de los elementos que tenemos que resquebrajar; hay que hacerles sentir ese “aliento en la nuca” que exprese el malestar social que se vive y se gesta por abajo.
Es en este sentido debemos estar atentos a las maniobras de cualquier oportunismo que hoy salen a la luz. Las y los revolucionarios debemos seguir trabajando en la movilización y organización política desde las bases, con total independencia.
Y cuando hablamos de profundizar la movilización política estamos planteando el concepto general de tales iniciativas, que lo engloban todo. Nos referimos a la toma de iniciativas en los lugares concretos que permitan desplegar y ayudar a potenciar la bronca en un plano cada vez más organizado.
Con caminos que se complementen y apunten a debilitar a una burguesía monopolista empeñada en profundizar sus negocios a costa del trabajo de las mayorías explotadas y oprimidas.
La burguesía -que “descansa” en una democracia representativa cada vez más andrajosa- ha lanzado tempranamente su campaña electoral de octubre, buscando embretarnos en un “debate” que no traerá ninguna solución real.
A pesar de todo y con las “ropas raídas”, gobierno y oposición empujan por los negocios de los monopolios, no advirtiendo del todo – quizás- que a sus espaldas el quiebre con toda su institucionalidad se va profundizando, y los apoyos que en otros momentos detentaban han caído en sectores que hasta no hacía mucho le daban cierto crédito.
La moneda sigue estando en el aire, porque la clase dominante tiene su “única” fortaleza en la ausencia de una alternativa revolucionaria que – aunque presente- todavía se encuentra en un estado embrionario, cosa que las y los revolucionarios debemos seguir haciendo el esfuerzo por superar.