Santucho


Un mes de julio asociado a la revolución.

Entramos en el mes de julio y para quienes reivindicamos a nuestro Secretario General Histórico, Mario Roberto Santucho, consideramos este mes algo muy especial. Mes de julio es algo más o menos como una asociación de la lucha revolucionaria a un sentimiento muy amplio que abarca en un nombre y un apellido a una generación de hombres y mujeres que lucharon y siguen luchando por una sociedad más justa.

Santucho nos pertenece a todos, trasciende las filas de nuestro partido y hoy en día su peso eminentemente político nos lleva a reflexionar entonces sí, su papel en la construcción del Partido Marxixta Leninista que sigue trascendiendo a lo largo de décadas.

La realidad actual de la lucha de clases en el mundo y en nuestro país en particular dan lugar a una simple reflexión: ¿vigencia o no de lucha por el poder por parte de la clase de vanguardia de todo el pueblo?

Nuestros fundadores se aferraron a ciertos puntos centrales de la concepción de poder y bajo esas premisas ciertas vanguardias obreras de la época fueron asimilando lo que hasta ese momento nadie les había hecho conocer. Un obrero que tomaba contacto con las ideas revolucionarias era en gran medida porque esas camadas de compañeros no subestimaron un lenguaje directo, simple, pero por sobre todas las cosas, profundo.

Obreros que se incorporaron al Partido aprendiendo a leer desde la política y la ideología proletaria.

Nuestros fundadores “caminaron” la construcción del Partido entre las masas, fundamentalmente proletarias, en épocas en donde la clase burguesa aparecía con fuerza movilizadora llevando a cabo alternativamente el palo y la zanahoria, o sea: golpes militares y democracia burguesa.

¡Había que enfrentarse a tal complejidad histórica! Y es allí en donde aparecen los “eslabones perdidos” o cuando la verdadera historia encaja con la realidad.

El Santucho de todos los que los reivindicamos ayudó a sentar las primeras bases, hoy vigentes, de la lucha revolucionaria. Nuestro Partido fue puntal y ha dado continuidad a ello hasta nuestros días contra todo el pensamiento reformista.  

Algo muy simple que muchos proletarios pudieron asimilar en su momento gracias al empeño político que le cupo al Partido en esa batalla ideológica, en donde pululaban las expresiones de “cambiarlo todo” para que no cambie nada.

Se sentía ya la idea que bajo el sistema capitalista nada cambiaría.

Pero el desarrollo histórico de la lucha de clases es tan “cabeza dura” que la realidad actual no da lugar a dudas: el sistema capitalista fracasó.

Un sistema en rápida y constante degradación y a la vez un reverdecer de fenómenos de masas que en las peores condiciones de vida planetaria comienzan a ir por sus intereses de clase, sean ellos conscientes o inconscientes.  De nuevo se van instalando en el mundo intentos de procesos revolucionarios como en Burquina Faso, Niger, Malí y la resistencia que en varios continentes conllevan ya el sello de revolución. Ni que hablar de luchas por libertades políticas con metodologías propias de las masas y por fuera de las institucionalidades.

Lo cierto es que fueron nuestros fundadores los que comenzaron a trazar las primeras líneas de establecer la existencia en nuestro país del Capitalismo Monopolista de Estado, cuando las fuertes corrientes políticas de la época encontraban en la “burguesía nacional” un proyecto de cambio. Nuestro punto de vista era coincidente con el planteo de Che Guevara, cuando en los años 60 desalentaba esa salida y la denunciaba como contrarrevolucionaria.

Hoy en día y a pesar de todo este recorrido histórico, las fuerzas reformistas en su “burlesco presente” añoran el “capitalismo bueno”, pasible de mejorar en el “infierno del poder monopolista”. Apuntan a retrasar la historia y convalidan lo que apesta a putrefacto.

En este presente de brotes de avanzadas en el país, en el mundo, en donde se está a la expectativa de nuevas ideas para cimentar fuerzas de cambio revolucionario, el debate con esos compañeros y compañeras de las masas debe emular al de nuestros Santuchos, ese lenguaje que no subestimó alegando que “la gente” no entiende, “está en otra”, etc.

Este mes de julio deberemos doblegar los esfuerzos por “empujar el trabajo de masas” desde la convicción política de lo que significa en este momento histórico el poder local y la acumulación desde esa estrategia de poder. Esas avanzadas, al igual que las de ahora están abiertas para asimilar el debate de poder local que de hecho rompe con la idea de la democracia burguesa o representativa que propone el poder burgués. Hoy el poder local debemos asociarlo inmediatamente a la democracia directa o proletaria, esa democracia que se va extendiendo desde la práctica autoconvocada. Es ese trabajo de masas que las avanzadas deben asimilar para que sus luchas y acciones entren ya en un camino de acumulación de fuerzas hacia el poder.

Hablar de poder local es hablar de Santucho, de sentir en esta época que ante el fracaso del capitalismo se hace necesario ir por una revolución socialista que desde el vamos ya está resumiendo errores y aciertos del proletariado.

Aferrarnos a los principios del Marxismo Leninismo es abundar en un pensamiento amplio del carácter de nuestra revolución y en ello en ese trabajo de masas del que hablábamos anteriormente. En el poder local el problema de la unidad adquiere otro carácter al que propone el arco electoral.

El poder local exige la unidad en el abajo, en los sectores de trabajo, en los parques industriales locales, en las escuelas, universidades, centros de salud, clubes, comedores, requiere encontrar consignas políticas comunes que ayuden a romper el aislamiento que nos han impuesto por décadas.

Es una unidad política del abajo y con prácticas democráticas que ayudarán a acumular hacia la lucha por el poder.

En fin, un mes de julio en donde la acción política dirigida contra los planes de gobierno adquiera un carácter consciente de lo que se está haciendo, y a la vez suba un peldaño en la organización política en sus diferentes niveles.

 

  

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