Mercaderes de la vida humana


Los políticos del sistema continúan en su ardua tarea de tratar de convencer al pueblo de que “la realidad nacional” sucede a partir de sus chanchullos y componendas electorales; como si las y los trabajadores no supiésemos que todos ellos –más allá del color de camiseta con que se vistan- defienden los intereses de una misma clase: la clase burguesa.

Ahora son “las alianzas” frente a las próximas elecciones, o las sesiones teatrales del Congreso donde la llamada “oposición” al gobierno de Milei va y viene sin ponerse colorada. Eso sí: aprobar “alguna” ley a favor del pueblo, olvídate.

El gobierno (en palabras del tránsfuga de Caputo) tilda a sus oponentes de querer desestabilizarlo y de poner palos en la rueda a su gestión, apoyados por una “corporación mediática” que supuestamente se quedó fuera del reparto de la torta, o sea de la pauta… Como dice el dicho: es el perro queriéndose morder la cola: unos que sí, otros que no, y viceversa, se acusan, se pelean, se amigan, y las necesidades y urgencias del pueblo, bien gracias…

Porque nuestra vida sigue su curso: los monopolios (verdaderos dueños del Estado que dicen destruir y a cargo de las decisiones políticas que representan y defienden en uno y otro bando), continúan explotando y oprimiendo al pueblo trabajador. Esa es la única verdad.

A los pesares cotidianos que padecemos hay que sumarle la destrucción de nuestros salarios ¡Qué bien estaría darles lo que cobramos nosotros a cada uno de estos delincuentes para que traten de vivir un mes!

¿En qué país viven? Es ingenuo pensar que desconocen la realidad, por el contrario, no sólo la saben perfectamente, sino que son los responsables de nuestras penurias. Todos.

El cinismo con que anuncian sus “logros” es congruente con el cinismo de sus políticas, ya que todos ellos (empresarios, gremialistas, políticos y gobierno) son representantes de la clase social que explota el trabajo asalariado y decide con cuántas migajas deberemos vivir de ahora en más, las y los trabajadores.

Imaginemos la que se están llevando… Por eso decimos que ya no les sirve mentir tan descarada e impunemente, confunden a cada vez menos con sus estadísticas y datos macroeconómicos. La producción y las riquezas que generamos colectivamente los trabajadores en nuestro país alcanzarían para lo que quisiéramos. Desde trabajar la mitad de horas de las que hacemos, a tener sueldos que superen la canasta familiar, que jubilados y jubiladas perciban el verdadero 82% móvil y para que los más de 45 millones de habitantes tengamos una vida digna. Cualquier otra cosa es robo y explotación descarada.

Porque los que todos los días salimos a trabajar para ganarnos el pan para nuestras familias somos los verdaderos hacedores de las riquezas, los que generamos el gran banquete que están disfrutando unos pocos.

Sin embargo, nuestra realidad es cada vez más cruda y vemos cómo nuestro nivel de vida decae en todos los aspectos. Lo que debiera resultarnos cada día más fácil se torna un calvario, porque lo que nos ofrecen estos mercaderes de la vida humana es muy poco, nada nos queda por disfrutar o esperar hacia el futuro. La gran mayoría sabemos que nada podemos esperar que ellos nos garanticen; mucho menos nuestro destino.

Pero mal que les pese, también todos los días, al tiempo que como pueblo salimos a ganarnos el sustento, estamos forjando, junto a nuestros pares, algo que todavía no se ve, pero se percibe cada vez con más fuerza. Nuestra dignidad no se negocia. Y se expresa en la lucha cotidiana contra toda injusticia y por nuestros derechos, en todos los planos, frente a cada avasallamiento.

En los últimos meses, mientras los profesionales de la política “hacen” que gobiernan y dictan leyes a favor de los monopolios, las y los trabajadores y el pueblo estamos luchando, dejando en evidencia todo lo que ellos son incapaces de hacer.

La importancia de este proceso de luchas –que pueden parecer aisladas- son en realidad parte de lo mismo, son el capital más importante con el que contamos y con el que gestaremos los grandes cambios que necesitamos.

Tengamos la certeza de que ese camino es al único que debemos darle importancia y el que hay que profundizar.

Luchar por condiciones dignas de vida supera ampliamente los reclamos por mejorar nuestra situación personal, implica reclamar mejoras y progresos a nivel social, mejoras y respuestas a las necesidades colectivas, el progreso de nuestros compañeros y compañeras, de nuestros barrios, de nuestras comunidades.

Enfrentamos a un poder que se sostiene precisamente porque nos condena, y por eso apuestan a mantenernos divididos, a embretarnos en sus problemas, en sus discusiones, en sus componendas, en sus peleas por ver quién se queda con el pedazo más grande de la torta; para que nos olvidemos de lo que verdaderamente tenemos que resolver, que es nuestra organización desde las bases, unitaria, independiente de toda tutela burguesa. Estrechar filas a la hora de pelear por lo que nos corresponde, por nuestros derechos, es la mejor medicina para este veneno llamado burguesía monopolista.

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