En el mes de julio la suba del dólar llegó a casi el 14%, cerrando el último día de ese mes a 1.380 pesos. En un intento desesperado por frenar esa suba, el gobierno convalidó una suba de las tasas de interés, para incentivar que los capitales ganen en pesos y no se vayan al dólar. Esa suba llegó a un monumental 65%; es decir, casi más de tres veces el porcentaje de inflación que el propio gobierno pronostica.
Los medios informan y analizan profusamente esta situación, poniendo el acento en cuánto afecta la misma al plan del gobierno o a sus chances electorales. Nada dicen de lo verdaderamente importante, que es cómo la cuba del dólar y de las tasas vienen a significar un nuevo apretón a los ingresos, ya absolutamente desfasados, del pueblo trabajador.
Por el lado del dólar, una suba semejante durante el mes de julio hace prever que haya un impacto en los precios de la canasta familiar. Más allá de la recesión y el bajo consumo, los monopolios, guiados por su único interés que es maximizar sus ganancias, remarcarán las listas para cubrirse haciendo que la tasa de inflación, ya de por sí mentirosa, aumente. Ello por sí mismo es un factor que atenta contra el poder adquisitivo de los ya devaluados salarios.
Por el lado de las tasas, llevarlas a semejante nivel, hará que las deudas que las familias trabajadoras ya tienen aumenten. El 91% de los hogares del país registra un elevadísimo endeudamiento, sobre todo por el financiamiento del consumo básico con tarjetas de crédito. No sólo aumentarán los niveles de deuda ya adquirida, sino las por adquirir, configurando una mezcla de deuda y morosidad creciente.
A todo ello hay que sumarle el virtual congelamiento de los salarios. Los que aumentan, apenas lo hacen por encima del 1%. Pero, además, existen crecientes intenciones de las patronales de bajar salarios, como está ocurriendo en empresas como Molinos Río de la Plata o Astra Evangelista Sociedad Anónima (AESA). Menos salarios o despidos es el chantaje de la clase burguesa, a los fines de sostener ganancias a costa de las espaldas trabajadoras.
Despidos, suspensiones, bajas de salarios, aumento de los precios, tasas que aumentan las deudas familiares, constituyen una tenaza que aprieta y aprieta las condiciones de vida de las masas trabajadoras. La perspectiva es la de un mayor deterioro aún de esas condiciones. Por otra parte, la presión sobre el dólar está fundamentada en que el capital concentrado prevé (y en muchos casos, alienta), una tasa de devaluación más significativa que la actual.
Dadas, así las cosas, está claro que la burguesía monopolista realiza su impúdica fiesta encima de las cabezas de millones de familias proletarias. Una nueva embestida contra los ingresos del pueblo trabajador es lo que traman. Desde la resistencia que el proletariado está llevando adelante, las condiciones de la lucha pueden modificarse ante semejante embestida, antes o después de las elecciones. Lo importante es seguir acumulando desde el enfrentamiento y comenzar a prever que el mismo deberá ir ganando en contundencia y organización. Porque de lo que se trata es de enfrentar para derrotar sus políticas, tomando conciencia que ese camino es el único viable para que la clase obrera y demás sectores del pueblo intervengan políticamente en la pelea, como condición para obtener conquistas o defender derechos.
Cada enfrentamiento y medida de lucha debe tener claro que lo hacemos contra la política de toda una clase, la burguesía, y que hoy es el gobierno y su plan el responsable ejecutor de la misma.