El “león domado” hizo un discurso aplacado, los verdaderos dueños del poder, los viejos y conocidos grupos de “presión” le han dicho con ceño fruncido: ¡pibe, calmate un poco!
Pero estos muchachos insisten en dar relevancia al resultado electoral y algo de razón tienen. En su fuelle interior vienen asimilando que la clase obrera, el pueblo en general, les marca la cancha en la calle.
Cuando la crisis política es tan profunda y estructural, los tiempos de la lucha de clases se aceleran.
El domingo negro del gobierno ya pasó y “de nuevo la burra al trigo”, la jornada de hoy actualiza la calle, actualiza los tiempos.
Lo viejo de la política burguesa nunca se fue, por el contrario, se profundizó en sus peores expresiones. Pero ahora el abajo le está picando el boleto. La institucionalidad está ajada y este miércoles seguirá profundizándose la rabia contenida.
Una jornada que promete ser movida. Por un lado, está en disputa el veto a las medidas de ajuste pero por otro lado -y lo más importante- es que el movimiento estudiantil está adquiriendo una nueva dinámica y esa dinámica es contagiosa y peligrosa para la necesaria “paz de los cementerios” que necesita el poder.
Si el resultado del domingo electoral, ya lejano, fue producto de toda la situación previa de una clase obrera movilizada siendo el ausentismo su protagonista, la jornada de hoy seguirá profundizando ese camino: esta vez no por el “abstencionismo” sino por el protagonismo de ganar la calle.
Para la burguesía lo peor no pasó, aunque “nuestro” presidente así lo considere en su discurso referido a los intereses populares. Su exposición digna de un “león domado” reafirma su intención de avanzar con el ajuste. Y lo viejo de su exposición se caracterizó por no vociferar contra “la casta” a la cual nunca ha dejado de pertenecer.
Un baño de realidad para un gobierno aturdido de corrupción y descalabro.
De este lado de la barricada, la jornada de hoy será importante. La calle será protagonista y dejará en un segundo plano, como lo pasó con el domingo de urnas, la necesidad de la clase dominante de no hacer olas.
Mientras la burguesía en su conjunto tiende a apuntalar su institucionalidad, la movilización de variado contenido y amplitud va por la vereda de enfrente.
Si la burguesía se aferra a lo viejo para no morir y actúa sin piedad y como puede, lo nuevo que se anuncia en la calle, la protesta de ir por nuestra dignidad, le está diciendo al presidente “del lunes” que hoy miércoles la última palabra la está teniendo el abajo sufriente.