Tía Maruca paga las quincenas en 5 (cinco) cuotas


En un artículo del viernes pasado explicábamos cómo muchas empresas pagan salario en cuotas para hacer negocios financieros aprovechando las altas tasas de interés.[1]

El caso de Tía Maruca es uno de ellos, en donde han llevado este mecanismo al extremo de pagar las quincenas en cinco cuotas. Ni hablar que todavía deben aguinaldos, no hacen los aportes patronales -aunque los descuentan igual-, ni pagan los aportes a obras sociales, ni seguro de vida. Tampoco se están aportando las cuotas alimentarias hace por lo menos tres meses.

También aplican otra maniobra ilegal: modifican las fechas de cierre y pago de la quincena. En vez de cerrar el 15 y el 30, como ocurre en la mayoría de las fábricas, cierran el 10 y el 25, pero recién pagan unos cuatro días hábiles después del 15 (para el caso de la primera quincena). Así, los trabajadores nunca saben con certeza cuándo van a cobrar y, además, entre el cierre y el pago efectivo la empresa retiene el dinero, usándolo como un mecanismo más para hacer negocios financieros. La Subsecretaría de Trabajo de San Juan observó la irregularidad, pero la situación jamás se regularizó.

Esto está sucediendo en la fábrica Dilexis, ubicada en la provincia de San Juan. En los últimos 20 años la empresa atravesó varios cambios de dueño: en 2011 fue adquirida por PepsiCo, y en 2017 pasó a manos de Tía Maruca, liderada por Alejandro Ripani. En 2024 se produjo un nuevo cambio accionario: Tía Maruca conservó una participación minoritaria, mientras que la mayoría del paquete fue adquirida por Argensun Foods. Sin embargo, la gestión de la planta continuó bajo la responsabilidad de Ripani, pese a ser accionista minoritario.

Esta observación que hacemos del cambio de firma no es menor, ya que da una perspectiva de lo que pasa con la fábrica desde el lado empresarial. La producción de la planta sanjuanina ha disminuido durante los últimos meses producto de la caída general del consumo, eso no es ninguna sorpresa, y es utilizado por la firma como excusa para decir que “no hay plata”. Sin embargo, han trasladado líneas desde Buenos Aires hacia San Juan, están realizando pruebas de producción para lanzar nuevos productos con mayor valor agregado, incorporando arándanos y frutos secos -luego volveremos sobre eso- y la adquisición de la planta por Argensun de por sí indican las perspectivas de negocio que hay en torno a la planta.

Los nuevos accionistas mayoritarios, Argensun Foods, arrancaron con el negocio de Pipas, desde donde se posicionaron hacia el mercado de exportación, y hoy tienen operaciones en el sector lácteo, con un procesamiento de 4 millones de litros de leche por mes; cuentan con seis plantas industriales de snacks, galletitas, jugos de fruta, lácteos y agua mineral. Además, según un estudio del INDEC correspondiente al segundo semestre del 2021, Argensun es una de las cinco mayores exportadoras de resto frutícola del país.[2] De allí que ahora estén evaluando la posibilidad de adaptar líneas de producción en Dilexis incorporando frutos secos.

En definitiva, estos empresarios lloran crisis, pero el grupo controlante está en un proceso de expansión de negocios. Y es que cuando aparece una crisis capitalista, también avanzan los procesos de concentración económica. Mientras tanto, las empresas aprovechan para flexibilizar mano de obra, sacarse de encima obreros “rotos” o con antigüedad, y preparar así las condiciones para producir con mano de obra más flexibilizada en el futuro.

Así es que la administración del negocio en Tía Maruca sigue corriendo por cuenta de Alejandro Ripani, cara visible del ajuste. A lo ya mencionado hasta aquí debemos sumarle otros elementos de precarización laboral que acompañan el combo: no les dan ropa de trabajo; para evitar suspensiones otorgan vacaciones compulsivas con uno o dos días de anticipación -“te avisan un viernes y el lunes empezaste las vacaciones” nos comentaba un obrero de la plata-; no pagan los días por enfermedad; cuando no les queda otra más que aplicar suspensiones, lo hacen sin pagar los salarios, algo que es completamente ilegal si mínimamente no está aprobado previamente mediante un preventivo de crisis. En definitiva, el nignuneo, el hostigamiento y el maltrato al que someten a los trabajadores es permanente y forma parte de una política de gestión para someter y flexibilizar a las y los obreros de Tía Maruca.

A decir verdad, los antecedentes personales de la gestión también dejan bastante que desear. El gerente de planta, Oscar Zuccarino, ha sido denunciado por abuso y acoso por las trabajadoras de Compañía Americana de Alimentos, una subsidiaria de Nevares en donde este personaje se desempeñaba como jefe de planta en 2018.

A todo esto, el sindicato (STIA) está completamente ausente. Los trabajadores ya se han cansado de exigirle respuestas; la semana pasada firmaron una carta solicitándole a Germán Manrique, flamante secretario general del STIA, que se presente en la planta, pero los trabajadores no recibieron respuesta alguna. Parece ser que la “táctica” de la burocracia es aplicada en varias empresas: mientras a los trabajadores en San Juan les dicen que el secretario general está muy ocupado en Buenos Aires, a los trabajadores de Molinos Rio de la Plata (planta Esteban Echeverría) directamente los bloquearon de WhatsApp.

En Tía Maruca los trabajadores ya tienen experiencia desde la época de PepsiCo, en que cualquier movida sindical era utilizada como moneda de negociación para beneficiar personalmente a la burocracia. Son ellos quienes se encargan directamente de marcar a los trabajadores que quieren organizarse para luchar por sus derechos. Presentarse como candidato a delegado es una buena forma de garantizarse un despido, que suele venir acompañado de la desvinculación de los más allegados también (fiscales, amigos, etc.). Y es que el STIA oficia de policía al servicio de RRHH de la empresa. Otra vez, una historia que lamentablemente vemos repetirse en muchísimos establecimientos fabriles.

No es de sorprender entonces que, en una fábrica de estas características, en donde sindicato y empresa trabajan codo a codo para sembrar miedo en los obreros, se den el lujo de evadir aportes patronales y pagar una quincena en cinco cuotas para, con esa plata, aprovechar las altas tasas de interés y hacerse una ganancia financiera. Literalmente, son las y los obreros de Tía Maruca quienes están financiando la timba de la patronal.

Pero la broca y la inquietud recorre las líneas de producción. La clase obrera aquí ya ha hecho una experiencia: no puede confiar en el sindicato, dependen solamente de la organización que puedan construir desde las propias bases obreras; sector por sector; línea por línea, hasta que cuenten con la fortaleza y la unidad suficiente para plantarse contra la patronal y el sindicato. Antecedentes como la rebelión de los obreros tercerizados de Ternium, o la lucha de casi dos meses que vienen llevando a cabo los trabajadores de Forestadora Tapebicuá[3] marcan un camino de resistencia obrera que se va profundizando.

En ese sentido, ya ha empezado a correr un comunicado de los trabajadores en donde se declaran en estado de alerta y movilización, que reproducimos al cierre de esta nota.


[1] Ver https://prtarg.com.ar/2025/09/19/por-que-pagan-el-salario-en-cuotas/

[2] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2021/10/informe_de_complejos_exportadores_-_2deg_semestre_2021.pdf

[3] Ver https://prtarg.com.ar/2025/08/08/celulosa-argentina-las-suspensiones-llegan-a-forestadora-tapebicua/ y https://prtarg.com.ar/2025/09/09/obreros-de-tapebicua-cortan-la-ruta-14/

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