El anunciado rescate del Tesoro norteamericano y la baja de retenciones a cero hasta fines de octubre alargan, no más, la agonía del llamado plan económico del gobierno.
Nada está resuelto cuando, en lo esencial, las masas populares le bajaron el dedo a una política que ataca las condiciones de vida y de trabajo.
La eliminación temporaria de retenciones a la agroindustria es un manotazo de ahogado del gobierno. Intenta que las cerealeras exportadoras, y los monopolios de la carne, liquiden su producción para contar con dólares que mantengan el precio de esa moneda e impidan su disparada. Vale preguntarse qué harán con los pesos que recibirán por esos dólares las trasnacionales del agro. Que intenten dolarizarse ante posibles devaluaciones, puede ser una de las respuestas. Un precio del dólar más alto beneficia aun más a las exportadoras, por lo que esa hipótesis no suena descabellada, dado el nivel de disputa inter monopolista que existe, en el que las facciones del capital actúan en un “sálvese quien pueda” propio de su anarquía y rapacidad.
Al mismo tiempo, esa medida desesperada del gobierno, tomada el mismo día que se promulga la ley de emergencia en discapacidad pero sin ejecución efectiva, alegando no tener los fondos para financiarla, es una constatación más respecto de a quiénes beneficia la política de Milei. Los dólares que liquidará el agro son para sostener un precio de la divisa que le garantice jugosos retornos a los sectores que apuestan a la timba financiera fabricada por el ministro Caputo. La burguesía monopolista no repara en las formas, ni se ablanda ante las necesidades reales de la población trabajadora. Los recursos son para garantizar sus negocios.
Respecto del anunciado rescate que el gobierno de Donald Trump estaría dispuesto a otorgar, sin lugar a dudas, viene a garantizar nuevas condiciones de sometimiento de nuestro país. Lo que pedirán a cambio no es difícil de imaginar: beneficio para los intereses que el gobierno norteamericano representa en negocios como la minería (litio, cobre, tierras raras) y otros sectores de la economía.
Pero, además, el salvataje apunta a garantizar a los tenedores de bonos que sus cupones tienen podrán cobrarse ante los futuros vencimientos. Las condiciones del rescate apuntan a que el gobierno comience a comprar dólares para tener reservas suficientes para pagar los mismos.
Como ya ha sucedido en otras etapas de la historia argentina, estas intervenciones directas del capital monopolista apuntan, directa y exclusivamente, a garantizar sus retornos multimillonarios. Son juagadas a gran escala que se recuestan sobre la continuidad del ataque a las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo.
Todas son decisiones a la medida del capital monopolista. No ha habido, ni habrá, una sola medida (aunque sea, electoralista) que traiga siquiera un respiro a la acuciante situación económica y social de amplísimos sectores de la población.
Lo que la burguesía intenta resolver con sus medidas en el plano de la economía, no resuelven la crisis política que atraviesa dado que la lucha de clases se seguirá acentuando ante el agravamiento de la situación. De allí que, lejos de solucionarse, la crisis se ha profundizado y seguirá por ese camino, aunque por estos días todas las usinas de la burguesía vendan tranquilidad.
Ellos no cuentan con la decisión de amplias mayorías de no tolerar más ajustes lo que ha sido, en definitiva, la señal que aceleró la crisis. La situación atraviesa un campo al que ya estamos acostumbrados; la burguesía haciendo sus enjuagues para “salvar la ropa” de sus negocios, en simultáneo a la lucha del pueblo trabajador que es el directamente afectado por esas maniobras.
La derrota del plan del gobierno sigue siendo la necesidad imperiosa que atravesamos la clase obrera y el pueblo para garantizar nuestras demandas. Allí, no hay salvatajes, no hay baja de impuestos ni conquistas que no sean arrancadas a la burguesía por la lucha de clases. Toda estrategia que intente desviarnos de ese camino es un aporte al intento de disciplinarnos y dejar en sus manos nuestros intereses.