Las condiciones laborales y de vida que intentan legalizar… y que ya aplican


Durante los últimos años, la burguesía y todos sus partidos políticos —desde el peronismo, pasando por los radicales, la Libertad Avanza, el PRO y otros— insisten en legislar y reglamentar la flexibilización laboral. Cuentan con la inestimable colaboración del periodismo de los grandes medios, tanto los abiertamente de derecha como los “progresistas”. El argumento que esgrimen es que las leyes laborales están “desactualizadas” y deben “aggiornarse” a los tiempos que corren. Según ellos, esto generará más puestos de trabajo.

Veamos qué significan concretamente esas “actualizaciones”:

  • Salarios: No se actualizan al ritmo de la inflación, acumulando un atraso superior al 40%. Además, muchas empresas han comenzado a pagar los sueldos en cuotas (ver nota del 19-09-2025 en esta misma página). Vassalli en Firmat y Algodonera Avellaneda en Santa Fe son solo dos ejemplos, pero no los únicos.
  • Tiempo de trabajo: Se obliga a realizar horas extras pagadas como horas comunes. Esto ocurre en sectores como el transporte, frigoríficos, fábricas de cubiertas y otros rubros.
  • Intensidad laboral: Tras reducir personal mediante diversos mecanismos, los capitalistas exigen que los trabajadores produzcan lo mismo que antes, pero con menos compañeros, en el mismo tiempo y por el mismo salario.
  • Despidos encubiertos: Se aplican jubilaciones anticipadas y retiros “voluntarios” a trabajadores con antigüedad y salarios elevados. Luego, si se necesita cubrir esos puestos, se contrata personal nuevo con sueldos más bajos.
  • Despidos sin indemnización: Esta práctica se ha extendido. Los trabajadores deben iniciar juicios que, en el mejor de los casos, se resuelven en 5, 10 o más años. Además, los índices de actualización judicial se han reducido, perjudicando aún más al trabajador.
  • Aportes patronales: Con los aumentos no remunerativos, se achican los aportes a las cajas jubilatorias, tanto patronales como de los propios trabajadores. Esto debilita los fondos previsionales y excluye esos montos de premios anuales.
  • Vacaciones: Se imponen vacaciones segmentadas, otorgadas según la conveniencia de la empresa. Un trabajador con 30 días puede verlos divididos en cuatro semanas no consecutivas, dificultando el encuentro y descanso familiar.
  • Baremos actualizados: Se busca excluir numerosos ítems de las enfermedades profesionales e incapacidades, lo que implica mayor riesgo para la salud y vida del trabajador y menor responsabilidad para la patronal.
  • Jubilación: Además de aumentar la edad jubilatoria, se pretende eliminar los fondos patronales, reemplazándolos por un fondo general sostenido solo por los trabajadores. Esto reduce drásticamente los recursos destinados a los haberes, agravado por la caída salarial.
  • Recorte de libertades políticas: Ternium (grupo Techint) ha despedido delegados de contratistas por participar en el reciente paro, pero no es la única y eso se está generalizando con obreros de planta en general. Se ataca así la inmunidad sindical y el derecho a huelga, pilares de la legislación vigente ganados con luchas.
  • Juicios laborales: Bajo la falacia de la “industria del juicio”, repetida hasta el hartazgo, se busca desarmar al trabajador frente a la arbitrariedad patronal. Una típica voltereta ideológica donde los capitalistas se presentan como víctimas y los trabajadores como verdugos.

Estas y otras medidas conforman el arsenal de la famosa flexibilización laboral que impulsan empresarios de todos los tamaños, políticos del sistema y sindicalistas al servicio de la patronal. Todos repiten que esto “generará empleo”.

¡Empleos de hambre! Sostenidos por condiciones laborales degradantes, sumadas al recorte del llamado “gasto social”: salud, educación, vivienda y asistencia a los sectores más vulnerables. Todo esto configura un escenario de vida paupérrimo para los trabajadores, sus familias y demás sectores oprimidos.

Por eso insistimos: es necesario enfrentar las políticas del gobierno de turno —hoy Milei, mañana quien venga— hasta hacerlas retroceder. Y mientras tanto, construir una fuerza organizada a nivel nacional, capaz de ganarles las batallas en esta verdadera guerra de clases. Porque vencer en ella es la única garantía de salida sostenible para nuestros intereses, que son los de la mayoría.

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