El gobierno de Milei y Zdero impulsa un plan de ajuste que deja a los trabajadores y el pueblo en condiciones cada vez más indignas.
Esas medidas hambreadoras solo pueden ser sostenidas con un aparato represivo que intente acallar las protestas y los reclamos de los que sufrimos sus efectos.
Cuentan también con la complicidad de las centrales obreras y los partidos políticos tradicionales que llaman a respetar la legalidad e institucionalidad burguesa.
Mientras tanto, al pueblo se lo condena a la peor de las miserias. Un ejemplo claro de esta realidad fueron los episodios que ocurrieron en Villa Río Bermejito el día martes 14 de octubre.
Una comunidad que reclamaba la restitución de pensiones y ayudas económicas eliminadas desde el poder, recibió como respuesta una lluvia de balas y la negativa a solucionar sus problemas.
Cuando el conflicto escaló por la bronca y la urgencia de la necesidad de los pobres, la presencia policial se hizo aún mayor con el objetivo de imponer el orden a la población por medio de la violencia.
Quieren la paz de los cementerios. Despliegues como estos resultan frecuentes en estos días en el Chaco.
Basta que un grupo de docentes o trabajadores de la salud nos reunamos a reclamar por nuestro salario, para que la fuerza pública nos rodee para amedrentarnos. De similar manera actuaron cuando salimos a reclamar justicia por crímenes atroces: aparecieron decenas y decenas de efectivos armados hasta los dientes para castigar a las víctimas por sus demandas.
Para las necesidades del pueblo y la clase trabajadora no hay plata, pero si hay presupuesto para armar a las fuerzas represivas del Estado para reprimir y contener las demandas populares. Claramente las prioridades de quienes nos gobiernan no son las mismas que las del pueblo.
Ellos eligen gastar millones y millones para reprimir, en vez de destinarlos a la educación, la salud o el cumplimiento de las necesidades y derechos básicos.
Repudiamos a aquellos dirigentes políticos que hoy cumplen el rol de oposición pero que cuando fueron gobierno no dudaron en aplicar las mismas recetas de persecución y represión. Tienen manchadas las manos con sangre de chaqueños y chaqueños, nosotros no olvidamos, ni negociamos.
Nuestra clase obrera y el pueblo en general saben ser pacientes y pacíficos. Nos une un lazo de solidaridad que resulta de trabajar todos los días, de convivir, de estudiar juntos. Los de arriba están tensando la cuerda y nos obligan a defendernos.
Por eso repudiamos la represión y respaldamos la pueblada de Bermejito. El enfrentamiento directo, en todas sus formas y metodologías, torcerá el brazo de estas políticas antipopulares.
Toda la clase política es responsable de que hoy estemos como estemos. Ni Zdero, ni Milei aparecieron por obra de magia, son frutos de una decadencia política de décadas, que nos llevó a este callejón sin salida.
Frente al ajuste y la represión, la alternativa es más lucha y organización. La organización desde abajo y la unidad entre los sectores explotados marcan el camino para frenar los ataques de los poderosos.
La lucha traerá las soluciones que necesitamos, no las elecciones. Como pueblo construiremos una nueva sociedad donde todos gozaremos lo que producimos y primará el respeto hacia los hermanos de clase. Ni un solo lugar para los explotadores. Avancemos en ese rumbo.