“Si tenes algo más importante que el silencio solo entonces te escucharé”

 


Parecería ser que la clase dominante no puede asimilar este concepto tan básico.

Su verborragia cotidiana cansa hasta el hartazgo. Hablan permanentemente y no dicen más de lo que sus intereses de clase le están exigiendo.

Redes, editoriales de medios amarillos, estadísticas, discursos, “ventas” de votos que tratan por todos los medios de silenciar el dolor de cada hogar de trabajadores y trabajadoras.

El silencio proletario está dado por la angustia, es cierto, pero hay silencios y silencios… si es que se puede decir así.

El silencio de la clase explotada y de los oprimidos conlleva hoy bronca y odio de clase. Entonces, ese silencio adquiere formas de rebeldía, una rebeldía que se va amasando, que se va contagiando y va tomando forma en un “silencio” que ya no es tal desde el interés de clase que el proletario defiende.

Por arriba se habla y mucho. No pueden respetar el silencio de los sufrientes, aturden, pero el abajo se mueve y ese movimiento va adquiriendo el sello de la rebeldía que se está expresando de “muchas maneras”.

Las actuales avanzadas de esa rebeldía la está dando la clase obrera y en ella se van concentrando las experiencias que hacen a varios aspectos de la lucha de clases.

Hablamos no sólo de métodos y formas organizativas de nuevo cuño democrático, sino -sobre todo- de cómo la clase va asumiendo su independencia política, aunque la misma se encuentre en un peldaño muy inferior a las necesidades del momento.

Esta inquietud y este incipiente accionar político independiente de la clase se transforma de hecho en un tema central para esas avanzadas de rebeldía.

Existen serios síntomas de lo que estamos planteando.

En nuestros medios de propaganda venimos reflejando que, en donde hay rebeldía y enfrentamiento, la clase obrera acumula fuerzas y experiencias en un sentido mucho más profundo y amplio que da respuesta al para qué se lucha.

Lo dominante del momento actual es que la clase obrera ha comenzado a actuar como clase y ello se está manifestando cuando aparece la solidaridad de clase dentro de los establecimientos, solidaridad que va rompiendo muros en la propia clase.

En ciertas luchas hemos resaltado cuando los obreros y obreras de una fábrica en conflicto reciben el apoyo de otros obreros en circunstancias similares.

Mucho debate, mucho de lo nuevo recorre los puestos de trabajo, es un “silencio” distinto que camina y que ubica en el centro del problema el dolor de la familia proletaria. El tema salarial es el central y las condiciones de vida que empeoran agravan la problemática actual.

La búsqueda de respuestas políticas hoy es -en sí misma- una inquietud que está ayudando a fortalecer la rebeldía. Pero no es suficiente y es allí en donde las avanzadas deben prestar especial atención.

Estos “silencios” presagian tormentas y es allí en donde esas masas sufrientes están jugando su papel, aunque “no se las vean ni se las escuche”.

Es un momento de profundizar y organizar esa rebeldía latente para seguir quebrando el plan de la burguesía. Y – a la vez- ir elevando la confrontación consciente de clase contra clase. Este aspecto es trascendental y exige a las y los revolucionarios un esfuerzo mayor.

Entendemos que una táctica política que implica enfrentar el plan de gobierno facilita esa elevación de la conciencia de clase, que de hecho se va procesando muchas veces inconscientemente.

Acciones proletarias presentes hoy como prácticas de democracia directa, autoconvocatorias, grados de organización independiente, son la base de la experiencia de cientos de miles que van afianzando una conducta.

Elevar el grado consciente de todo ello implica también que esas fuerzas y esa experiencia vayan desembocando a un mismo torrente hacia la lucha por el poder.

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