Conocidos los primeros datos de la elección nacional, el oficialismo celebra un triunfo que, como viene repitiéndose en sucesivas elecciones, está teñido por el fuerte abstencionismo.
Será motivo de otras notas un análisis más detallado de los resultados. Consideramos, en este momento, hacer hincapié en esa cuestión que hace, centralmente, a la legitimidad de los que dicen ser nuestros representantes.
Casi 12 millones de compatriotas constituyen la primera minoría de esta elección, ratificando que el sistema institucional no logra impedir un cuestionamiento muy profundo a las bases del régimen de dominación, la democracia burguesa.
A partir de allí, los porcentajes de las fuerzas votadas se reducen sensiblemente. Los del gobierno, apenas rozan el 25% de los votantes que estaban habilitados. De allí para abajo, las fuerzas que lo siguen.
La abstención es la expresión de un importante sector de la población que, no sólo no encuentra alternativas dentro del andamiaje de los partidos políticos que se presentan a elecciones, sino también de un repudio a una metodología que lo único que propone es votar a unos contra otros, donde el debate político se reduce a frases cada vez más huecas y sin contenido alguno.
Las medidas del gobierno, alentado por un aparente rotundo triunfo, serán seguir el ataque a nuestras condiciones de vida y esa es la cuestión fundamental a enfrentar en los meses venideros. En ese sentido, el enfrentamiento a las políticas de la burguesía y su gobierno deberá redoblarse, porque de lo que se trata es de conseguir ese objetivo a través de esa conducta de lucha abierta, como la que se viene manifestando durante todo el año en curso.