El ultimátum de Trump al presidente venezolano Maduro dándole un plazo hasta el próximo jueves para que abandone el país, resuena en todos los medios de difusión masiva que puedan leerse, escucharse y verse.
Asimismo, las declaraciones de Putin contra La Comunidad Europea afirmando que, si quieren la guerra, Rusia está preparada. Y, por último, la contrapartida de los países que conforman la OTAN profundizando sus preparativos bélicos con mayores presupuestos destinados a ese fin y la fabricación y/o compras febriles de armamentos que sirven de justificación a las palabras del presidente ruso, exponen al mundo a una distancia milimétrica de una deflagración mundial.
Pero entre las palabras de los jefes de Estado imperialistas y las actitudes de la oligarquía financiera que opera detrás y por sobre de esos Estados, están las masas de proletarios y sectores oprimidos de los países que no quieren ser carne de cañón de las ambiciones burguesas impulsadas por el objetivo de la destrucción masiva -mayor aún- de fuerzas productivas para, sobre sus ruinas, reconstruir la desvencijada y descompuesta economía capitalista que les permita reproducir y acumular capital con una ansiada tasa de ganancia recompuesta.
Pero no sólo se trata de economía sino también de los problemas políticos que todas estas acciones le generan al sistema de la propiedad privada de medios de producción. Las masas proletarias resisten al “convite” repudiando en todas partes del mundo las políticas que restan recursos a las condiciones de trabajo y de vida para destinarlas a las guerras y quemas de las fuerzas productivas.
Las vidas miserables de los oprimidos y explotados ya no pueden esconderse bajo la alfombra. Mareas de poblaciones buscan nuevos destinos para huir de las terribles condiciones de vida a las que los somete el sistema, pero los gobiernos de los países más desarrollados a donde recalan, las expulsa, no las deja ingresar y las estigmatiza con el objetivo de que los habitantes nativos las rechacen.
Contradictoriamente, los nacionales mileuristas en Europa, viven cada vez peor y quienes pueden huyen de esa situación dejando puestos de trabajo (fundamentalmente servicios y los más duros y pesados) vacantes que nadie quiere ocupar, generando porciones de países con vacíos poblacionales a través de los cuales avanza el envejecimiento de las sociedades.
El proceso en Estados Unidos es similar y la contradicción, en un lado y el otro, no puede resolverse, ahondando más la crisis del sistema y las disputas inter imperialistas por los negocios y por las fórmulas a aplicar para que el sistema funcione.
En América, a donde quieren meter la guerra a través de la invasión a Venezuela y en la que pretenden preparar escenarios similares bajo el pretexto de narco terrorismo, seguramente van a lograr el efecto contrario pues las masas laboriosas y sectores oprimidos intuyen, o en algunos casos ven con mayor claridad, que ninguna institución del sistema está a su servicio, entonces desconfían y no juegan sus cartas a ciegas, detrás del mandato burgués.
Con mayor o menor énfasis, con avances y retrocesos, luchan y resisten a estas políticas, aunque no lo hagan, todavía, en forma conscientes de la mano de un proyecto que las conduzca a su emancipación del infierno que les propone el poder burgués.
En nuestro país, se expresa con el avance de la creciente desocupación que, según las estadísticas oficiales que siempre mienten, ha destruido más de 220.000 puestos de trabajo registrado dejando sin medios de vida a esa gente y empujado al monotributo hambreador a 123.000 personas.
Tal como queda planteado, nuestras batallas son las guerras que nos impone la burguesía mundial. Aquí, en Argentina, contra el objetivo inmediato de legalizar la reforma laboral como fórmula de degradar nuestras condiciones de vida para así obtener mayores capitales que compensen la disminución de su cuota de ganancia.
El freno y contraataque a estas políticas no es otro que una lucha política en sentido contrario por una vida digna, llevada adelante con independencia de falsos dirigentes traidores, desde las bases por el proletariado en cada fábrica o empresa hacia las fábricas vecinas y lugares de vivienda en donde encontrar y unirse a sus pares y sectores oprimidos en un solo as y organizarse para enfrentar el desquiciado destino al que nos someten.