¿Principios occidentales y cristianos o viles negocios imperialistas?

 


El China Agribusines Day, evento realizado en la bolsa de comercio de Buenos Aires, los primeros días de este mes, reunió a representantes del sector público, cámaras empresarias y especialistas que pusieron sobre la mesa la posibilidad cierta de “aumentar en US$3.000 millones anuales las exportaciones hacia el país del este si se consolidan aspectos técnicos aún pendientes”. Unánimemente, los presentes coincidieron en que “la relación con China no sólo es estratégica sino determinante para la expansión de la agroindustria de Argentina”.

Actualmente, cerca del 80% de lo que Argentina envía a China corresponde a productos del agro. Entre 2020 y 2023, la soja y la carne bovina aportaron el 65% del valor total exportado, lo que evidencia la fuerte dependencia de estas cadenas respecto del mercado chino. En algunos complejos, como soja, carne y sorgo, el gigante asiático concentra entre el 80% y el 90% del destino de las exportaciones.

Algunos de los presentes más “distinguidos” fueron:  AN Guanghui, de la Embajada de la República Popular China; Ricardo Marra, de la Bolsa de Cereales; Javier Lozada, María Schargrodsky y Alejandra Conconi, de la Cámara Argentino China; Andrés Beibe, de Corteva; Eva Blanco Lu, de Beijing Qi Hao Jiu Zhuang; Manuel Chiappe, de la Subsecretaría de Producción Agropecuaria y Forestal; Alfredo Paseyro, de la Asociación Semilleros Argentinos; Georges Breitschmitt, del IPCVA; Matías Curti, de COFCO; Gustavo Idígoras, de CIARA; Sergio Raffaelli, de la Cámara de Legumbres; Carlos Sinesi, de la Cámara de Empresas de Pollo; Federico Bayá, del Comité de Arándanos; Eduardo Boiero, de la Cámara de Armadores Pesqueros; Eduardo Fracanzani, de la Cámara del Maní; y Carla Martin Bonito, de COPAL.

Todos aportaron miradas sectoriales que coincidieron en un punto central: el potencial para crecer en China está, pero requiere avanzar en acuerdos, previsibilidad y una estrategia sostenida entre el sector público y el privado.

Simultáneamente, en plena cosecha de trigo que este año será récord, a partir del 12 de diciembre, desde los puertos de Bahía Blanca y Timbúes (Pcia. de Santa Fe), se remitirán 107.000 tns. de dicho cereal. 42.000 tns. enviará Cargill y 65.000 tns., Cofco.

El avance se explica por un cambio regulatorio clave. En enero de 2024, la Administración General de Aduanas de la República Popular China (GACC) incorporó a empresas argentinas en su Sistema Online de Registro Cuarentenario, la herramienta que habilita a proveedores extranjeros a ingresar con sus productos al sistema chino. Hasta entonces, el trigo argentino no tenía autorización sanitaria para ser despachado al país asiático.

Es evidente que este botón de muestra, nos pone blanco sobre negro, la diferencia entre las políticas o declamaciones llamadas geopolíticas de Estado entre países y el verdadero motivo que impulsa los negocios de la burguesía monopolista.

Por un lado tenemos a Trump y a su “amigo” Milei, despotricando verbalmente contra China y su “comunismo” (que no es más que capitalismo con bandera roja), lo cual hace poner el grito en el cielo a cierta pequeño burguesía intelectual y militante de una supuesta izquierda o progresismo que cree que el anti imperialismo yanki es coherente con el alineamiento con China o con Rusia y, por el otro, asociaciones argentinas de empresarios entre los cuales tenemos a grupos transnacionales de origen norteamericano haciendo negocios mil millonarios con China, y proyectando expandirlos con la anuencia (o mejor dicho, obligada colaboración) de funcionarios estatales del actual gobierno argentino.

En relación a esto traemos al presente, la conclusión a la que Lenin arribó en 1915, mostrando una claridad incontrastable producto del análisis científico del Imperialismo en su folleto “El Imperialismo fase superior del capitalismo”:

“Los países exportadores de capital se han repartido el mundo entre sí en el sentido figurado de la palabra, pero el capital financiero ha llevado al real reparto del mundo”.

Bajo este concepto tan acertado es que la clase obrera debe concebir las contiendas mundiales y los nubarrones de guerra que ensombrecen actualmente a todo el mundo.

Las disputas y guerras entre países son motivadas por la competencia cada vez más feroz entre negocios de la burguesía monopolista o capital financiero y no tienen nada que ver con supuestas “defensa de valores occidentales y cristianos”, “sostenimiento de gobiernos democráticos”, “guerras contra el narcotráfico”, “seguridad nacional” o diversas mentiras que justifican la ocupación de territorios, acaparamiento de mercados, bloqueos militares y comerciales como objetivo anexionista, etc.

La comunidad de intereses de los proletarios de un país, no son los connacionales sino los obreros y sectores oprimidos del propio país y del resto del mundo. Los intereses comunes son de clase explotada y oprimida contra los explotadores y opresores burgueses.

Por eso en Argentina, los obreros y trabajadores en general, debemos enfrentar las políticas del actual gobierno como parte de las políticas imperialistas de la burguesía mundial y combatir toda propuesta de unidad nacional y respeto a la institucionalidad del sistema capitalista que nos oprime.

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