Los trabajadores del limón en Tucumán, poniéndose a la altura de la historia que los precede, salieron con todo a la lucha por reclamos salariales. Piden un 30%, que se opone al 25% que arreglaron empresas-gobierno-sindicatos. Y este 25% lo largaron porque en Tucumán ya estaba todo mal, sino, ni eso.
Los obreros del limón no le aflojan, mantienen el paro y cortes en la Ruta 38 a la altura de Acheral y en la Ruta 307, que va a los valles a la altura de Santa Lucía.
Algunos datos que ilustran la superexplotación a que son sometidos los trabajadores del limón en Tucumán: Argentina es el primer productor de limón en el mundo, y segundo exportador de limón en fresco después de España; de esta producción, el 90% se realiza en Tucumán donde cuatro empresas (San Miguel, Atrusvil, Troponi y Citromax) facturan más de 300 millones de dólares anuales, a muy bajo costo y con poco riesgo o nada; con una ventaja competitiva en el mundo que es única pues Argentina está libre de Huangloubing, un virus que afecta a las plantas del limón y las seca (todos los demás países productores la padecen).
Los obreros ganan míseros sueldos: el básico ronda los $ 1.375.-; son trabajadores temporales; y los que son efectivos, cuando no hay cosecha, cobran un salario semejante a un Plan Trabajar. Decía un obrero: “Somos pobres en temporada e indigentes en el verano”.
El burócrata y traidor, Jesús Pelasio, Secretario General de UATRE (Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores), hace oídos sordos a todo absolutamente, y aunque se haga el bocón, termina mandando las patotas, ya que es un verdadero empleado de ATC (Asociación Tucumana de Cítricos), que en realidad son las 4 empresas antes mencionadas y que aparte son las que, sin ninguna duda, les fijan las políticas al gobierno de Tucumán.
Pero los trabajadores tucumanos la tienen muy clara, no sólo en el conflicto en sí, sino en la lectura que hacen de la realidad, por lo cual creemos muy conveniente transcribir algunos párrafos de una publicación que tienen los obreros:
“Ellos deciden por su cuenta sin consultar lo que pensamos la inmensa mayoría de los trabajadores. Tanto gremio, como patronales y el gobierno, están unidos y buscan entre ellos darse las herramientas para que la crisis caiga sobre nuestras espaldas. Esto siempre ha sido así, año tras año la misma historia. Y esto es posible porque generan y aprovechan nuestra fragmentación. Buscan dividirnos entre cosecheros y empacadores, entre trabajadores de planta y tercerizados, entre jornalizados y a destajo. Utilizan esta división y nos meten miedo de que si protestamos nos van a despedir, ya que hay miles que están dispuestos a ocupar nuestros puestos de trabajo. Nuestra situación es realmente difícil. Pero no debemos bajar los brazos. Sabemos que será un proceso largo, y que no existen recetas de cómo hacerlo, pero debemos organizarnos, buscando unir los reclamos de todos los sectores en conflicto, discutiendo nuestra situación en nuestros lugares de trabajo, de manera democrática, sin repetir los esquemas de la burocracia. Para que no haya más despidos ni suspensiones, por la reincorporación de todos los trabajadores y por reales aumentos salariales”.
Sin ninguna duda, el comentario que podamos agregar a estas palabras es que nos llena de optimismo, porque de alguna manera, todos los torrentes revolucionarios comienzan a confluir hacia el gran río de la revolución.