El anuncio presidencial de un subsidio de $ 600 para los jóvenes que no estudian ni trabajan, o trabajan en negro, fue realizado el mismo día que el dólar oficial llegó a $ 7,14. En lo que va del año, el peso se devaluó 10% y esto no termina aquí.
El escenario es el de un gobierno que está llevando adelante un ajuste como puede y le sale, en medio de una absoluta crisis política de los de arriba, tratando de seguir presentándose como el gobierno que se ocupa del pueblo. Quieren de este modo maquillar una imagen absolutamente deteriorada y gastada ante los ojos de las mayorías populares.
Lo del nuevo subsidio a los jóvenes, presentado como el salvataje a las “víctimas del neoliberalismo”, después de 11 años de gobierno kirchnerista, es de una mediocridad absoluta; siguen subestimando al pueblo.
Como decíamos más arriba, el ajuste que necesita realizar la burguesía monopolista encuentra a un pueblo decidido a no retroceder; como lo venimos afirmando, la burguesía sabe que la pelea de fondo será con la apertura de las paritarias, porque allí se las tendrá que ver con su enemigo de clase. Entonces, tratan de “ganar consenso” con medidas como la anunciada ayer, mientras los trabajadores, y la clase obrera en particular, se aprestan a no dejarse llevar por los cantos de sirena de los alcahuetes de siempre, que tratarán de poner paños fríos a la lucha (como los sindicalistas oficialistas) o tratarán de montarse sobre los reclamos obreros (como los sindicalistas “opositores”).
Unos y otros forman parte de un mismo libreto: Salvarle las papas a la clase dominante en la agudización de luchas que se avecinan. En el medio, los ya payasescos discursos presidenciales intentando recuperar mínimamente el terreno perdido.
El panorama que se presenta por delante es el de una burguesía preocupada porque no puede seguir adelante con sus planes de explotación como necesitan y querrían seguir frente a un pueblo que tiene claro que esto ya no lo quiere más pero aún no encuentra el camino alternativo. Las luchas que se avecinan pondrán aún más de manifiesto esta realidad.
El objetivo político revolucionario es la unidad más amplia de las masas populares en una lucha abierta contra el régimen de explotación y oprobio, hoy representado en este gobierno y mañana en los que les sigan. Reafirmemos esta voluntad para quebrar las maniobras divisionistas que, seguramente, la clase en el poder intentará llevar a cabo.
Las fuerzas de la revolución debemos seguir trabajando intensamente en llenar esa necesidad política de las masas populares, desde las reivindicaciones más sentidas, hasta llegar a materializar los ejes políticos que unifiquen la lucha de la clase obrera y el pueblo detrás de un objetivo de lucha por el poder.