Como es de conocimiento común, el intercambio de mercancías se desarrolla mucho antes de la existencia tanto del dinero, como del papel dinero. En un principio, el cambio de mercancías se efectuaba directamente, medido por el trabajo necesario para producirla que invertía cada tribu. Si un pueblo “X” poseía canteras de hierro, o medios desarrollados para su extracción, y otro pueblo cercano “Y” producía un excedente de granos, el intercambio entre las mercancías de hierro que entregaba “X” a “Y” correspondía con el excedente de granos que poseía este último. Se trata de un trueque simple, y el valor de cada producto, es decir la relación X/Y, se determina por la dificultad de conseguir uno u otro para cada pueblo, es decir por el tiempo de trabajo invertido en su producción. Éste determina pues la medida de valor de las mercancías lo cual contempla factores como la facilidad o dificultad de conseguir una materia prima (el hierro en este caso), el tiempo invertido en su elaboración (el excedente de grano implica tiempo de labranza, de siembra, trabajo invertido en la construcción de arados y herramientas de trabajo), el tiempo invertido en adiestrar la mano de obra, etc. El valor de una mercancía comparado con otra resulta, por tanto, siempre relativo, pero el valor de cada mercancía en particular resulta absoluto en cuanto al tiempo de trabajo necesario para su producción en una época determinada. La abundancia o escasez de una materia prima en la naturaleza (del hierro en nuestro ejemplo) afecta exclusivamente al tiempo de trabajo necesario empleado en su búsqueda, posterior extracción y tratamiento y de allí que su valor pueda verse incrementado por su escasez. Casos de cambio exactamente iguales vivimos en el 2001 donde ante la imposibilidad de contar con dinero contante, surgieron los famosos “club del trueque” donde una persona podía cambiar huevos por tomates, sin contar con pesos en la mano.
En la medida en que los mercados se fueron extendiendo con el desarrollo de la humanidad, el intercambio de mercancías fue tomando complejidad y surgieron diferentes mercancías que, además de poder ser consumidas por su poseedor, resultaban buenas para ser cambiadas por cualquier otra mercancía. En ese transcurso fueron utilizadas mercancías como la sal por ejemplo, o las especias. Éstas ocupaban poco volumen, se podían fraccionar en diferentes partes alícuotas, y podían ser cambiadas por cualquier otra debido a:
1) que existía una fuerte demanda de dichos productos y por ende podían ser inmediatamente cambiados por cualquier mercancía
2) Por las características de las mismas que permitían su almacenamiento y transporte.
3) que se fueron instalando como medios de cambio por este motivo y permanecieron por la fuerza de la costumbre.
Así como la sal o las especias en un principio, se constituyeron el oro, la plata y los metales preciosos como medios de cambio después. De allí se desprende que las primeras monedas acuñadas se encontraban compuestas realmente de oro o de plata. Con el incremento de la producción y la circulación de mercancías estas fueron reemplazadas por los billetes, es decir papel dinero que representaba su valor. Sin querer ahondar en este proceso que se constituye a la par con el desarrollo del mercado y las fuerzas productivas, con esto quisimos demostrar de manera simple el rol que cumple el dinero en la sociedad. La función del dinero es la de ser medio de cambio, medio de equivalencia general y medio de pago, está llamado a representar el valor de las mercancías por sus características físicas, y su capacidad de ser cambiado por cualquier mercancía. Más allá de ello, no tiene de suyo otro valor. Si no puede cumplir con la condición de medio de pago, equivalente general y medio de cambio, no cumple pues, con su condición de dinero.
4 gramos de oro, supongamos, que es equivalente a 1 tn. de soja en su valor, es decir que el tiempo necesario para la producción de uno y de otro es el mismo en dicha proporción. Necesito comprar ¼ tn. tonelada de soja para alimentar un grupo de personas, pero yo tengo 100 gramos de oro que no puedo fraccionar. Allí, el papel dinero nos permite cambiar partes proporcionales, vender los 100 gramos de oro y comprar partes proporcionales de mercancías, supongamos cambiar el valor de 1 gramo por el de ¼ tonelada de soja.
El papel dinero (los pesos argentinos por ejemplo) aquí funciona exactamente igual, solo como medio de circulación: como medio de compra o como medio de pago. Nos permite comprar y vender mercancías; acelera y facilita el cambio de las mismas. Permite además fraccionar el valor de una mercancía en productos equivalentes más pequeños. Ése fue el desarrollo natural del dinero en la historia de la humanidad, el de funcionar como un equivalente general de cualquier mercancía, medio de pago y compra.
De aquí se deduce que no aumenta el dólar, sino que disminuye nuestro salario. Si las condiciones de producción no han variado, el valor de una mercancía sigue siendo el mismo porque el tiempo invertido en su producción es el mismo, pero el precio de la fuerza de trabajo disminuye, o sea, las cosas valen lo mismo, a excepción de nuestro salario. La pérdida del poder adquisitivo no quiere decir que las cosas valen más que antes, sino que el precio de nuestro salario es menor. Si antes de una devaluación (lo mismo vale para la inflación) tenías una tonelada de soja y la podías cambiar, supongamos, por cuatro ruedas de un auto, luego lo podés seguir haciendo de la misma manera (por eso estos días se congelaron las ventas, hasta que los precios se estabilicen y este cambio siga inalterable); pero si con el salario de un año te comprabas un auto 0km ahora necesitás, el de dos años.
Si resultado de un incremento en la productividad de la fábrica de autos, el tiempo que utilizaba para producir 10 autos, ahora rindiera 12 autos, es decir que el valor de cada auto disminuye, lo único con lo que nos encontramos aquí es con que el precio de cada auto lejos de aumentar debiera disminuir. No obstante, para simplificar las cosas suponemos aquí que la productividad se mantiene constante en todas las ramas de la producción, si ésta aumenta sus consecuencias solo contribuirían a que la disminución del salario sea en realidad mayor.
La oligarquía financiera sale directamente beneficiada de este proceso, y es una forma de bajarnos el salario a todos los trabajadores de un plumazo. O sea, se dice que aumenta el dólar, pero la resultante final es que baja el salario, por eso los precios «suben»; suben con relación al peso, pero en realidad se mantienen siempre iguales con relación al dólar. Por eso el valor de dos mercancías dadas sigue siendo el mismo (una tonelada de soja = 4 gramos de oro = a cuatro ruedas de un auto) mientras el precio del salario con respecto a las otras mercancías, disminuye.
Intentar atribuir las causas de la inflación a complicadas fórmulas matemáticas que sólo los eruditos de la economía son capaces de entender, hablar de la necesidad de devaluar como si los factores de un sistema de ecuaciones determinaran cuándo y cómo debe realizarse, sólo son discursos que emiten para confundir y ocultar las verdaderas causas, que son, como aquí se expresan, el hambre de ganancia, de bajarle el salario a la clase obrera y al pueblo. No es, como pretenden hacernos creer, que la baja del salario sea una consecuencia de la devaluación, por el contrario, la disminución del salario es el motivo por el cual devalúan; es su fin último; su razón de ser.