Parece “complejo” el tema de la inseguridad/seguridad y como si se tratase de algo abstracto, la burguesía, desde un extremo o desde otro, trata de implementar una cantidad de engaños que resultan irrisorios ante el avance de la lucha de nuestros pueblos.
Aparece la derecha que cree que se resuelve todo a los pistolazos, implementando teorías tan vacías que se desasen, antes de hacer pie, por la propia fuerza de los pueblos golpeados por hechos concretos.
Al otro extremo y en una posición progre e izquierdosa, aparecen las soluciones utópicas, que identifican, en el mejor de los casos, a los responsables, pero no tiene más capacidad que la de acunarse tras escritorios y/o parcelas pseudos intelectuales para disparar todo el arsenal pequeño burgués que adoran y fosilizan en cada intervención, para así, refregarse ante los pueblos como verdaderos pulcros, puros e idiotas tan cargados de capitalismo como la derecha misma.
La inseguridad es un problema concreto, está instalado y afecta al pueblo trabajador. A su vez, la seguridad o las fuerzas de seguridad, también se erigen como un problema: son las fuerzas represivas del capitalismo, que vigilan, controlan y reprimen al pueblo trabajador, cumplen una función fundamental, que es velar por la seguridad de la propiedad privada y de las instituciones del Capitalismo Monopolista de Estado.
La solución a ambos problemas, se encuentra, definitivamente, en los pueblos movilizados y organizados para combatir este flagelo, con una política clasista, asumiendo que el futuro es nuestro.
La ciudad de Reconquista, hasta hace muy poco tiempo, era considerada como una localidad tranquila, donde los asaltos y robos, eran muy aislados. Una ciudad que no pierde su tinte de pueblo grande, a pesar de que viven alrededor de 100 mil personas. Todo un hallazgo en el norte de la provincia de Santa Fe, si se la compara con las grandes ciudades de Santa Fe capital y Rosario.
Lo cierto es que, en los últimos meses, los arrebatos callejeros a adolescentes y mujeres, asaltos a trabajadores con altos grados de violencia, robos a comercios y casas, se fueron incrementando considerablemente.
Hasta el momento, el hartazgo del pueblo se veía reflejado en la vida cotidiana y en los medios de comunicación, que se empeñaban en hacer el caldo gordo a los políticos y a sus viles soluciones.
Pero, si algo se ha aprendido en el norte santafesino en las últimas luchas, es que la representatividad parlamentaria no está en sintonía con los intereses del pueblo, y sí con los intereses de los monopolios. Por eso es necesario salir a solucionar los problemas a las calles.
Fue así, que a través de las redes sociales se tomó la iniciativa de convocar a una marcha contra la inseguridad. Los debates que se dieron allí (en las redes) fueron realmente interesantes, todo el tiempo los participantes marcaban el rechazo a las instituciones del sistema, la bronca contra los políticos, los jueces, fiscales y las fuerzas de seguridad. Las consignas eran claras “seguridad para el pueblo”, “apretar a la justicia por ser parte de esta basura” “la policía como generadora de inseguridad”, “apretar a los políticos por inútiles”, etc.
La marcha, tuvo cita el viernes 21 de Marzo, en la plaza 25 de Mayo, en el centro de la ciudad. Desde las redes, la participación a favor fue masiva y en las calles aún más.
Más de mil personas se concentraron para marchar por las calles del centro y protestar frente a la jefatura de la policía.
La mayor preocupación nunca fue marchar por marchar, sino garantizar la continuidad de las protestas, ganar en organización y abrir una asamblea para que los vecinos propongan acciones a seguir en el futuro inmediato.
Este basta demuestra que el Estado ejerce una seguridad ejemplar, ya que, en todo momento, velan por los intereses de los monopolios, tratan de mantenerlos seguros, pues a ellos se deben.
Por otro lado, en la movilización, se va experimentando que la democracia parlamentaria es ajena a los problemas populares y que el pueblo a través del ejercicio de la democracia directa irá construyendo su propia seguridad.