En Sudáfrica, 220.000 trabajadores de la rama metalúrgica han cumplido más de 20 días de huelga general en reclamo de aumentos salariales. Este conflicto tiene en vilo a la industria de diamantes y piedras preciosas a nivel mundial y ha producido un quiebre ne las patronales del sector. La Federación de Industrias del Acero e Ingenierías (Seifsa) propuso a los sindicatos un aumento de sueldos del orden de un 10 por ciento, mientras otra entidad patronal, la Asociación Nacional de Empleados de Sudáfrica (Neasa) presentó una oferta de ocho por ciento, y amenazó con llevar a tribunales a Seifsa por ofrecer dividendos salariales exagerados. Las corporaciones multinacionales que operan en ese país muestran descarnadamente su guerra de intereses, exacerbada por la lucha de los trabajadores.
En nuestro país, hasta los propios gerentes sindicales afines al gobierno nacional han salido esta semana a reclamar por el cobro del impuesto al salario y se ven obligados s amenazar con medidas de fuerza contra ese impuesto que le quita a los trabajadores hasta un treinta por ciento de sus salarios. Esta situación sería imposible de presentarse sino mediara un profundo mar de fondo en el seno del proletariado argentino; ni la “pelea” con los llamados fondos buitres ni la amenaza y chantaje permanente que realiza todo el arco burgués con los despidos y suspensiones pueden correr el eje de los reclamos al punto que personajes como Caló, Andrés Rodríguez o Hugo Yasky (verdaderos alcahuetes del gobierno kirchnerista) pueden evitar pronunciarse.
Uno y otro ejemplo son una clara demostración de cómo la lucha de clases se interpone siempre en los planes burgueses que buscan achatar el salario de los trabajadores, llegando al punto de que sus representantes más directos tengan que mostrar hasta qué grado se encuentran complicados por ella.
La burguesía monopolista está parada sobre un tembladeral político y social de enormes implicancias y esto se ve reflejado en divisiones, peleas y acentuamiento de sus guerras en el seno de la clase dominante. Todos buscan preservar sus negocios al tiempo que buscan atacar el nivel de vida de los trabajadores, pero la lucha de clases mete la cola saca a la luz sus divisiones a la hora de la aplicación de sus políticas.
Ellos siempre seguirán intentado mostrar que todo se “cierra” por arriba sin mayores complicaciones o sin importar lo que pase por abajo. Es parte del engaño y de su forma de dominación, el hacernos creer que son inconmovibles o que tienen todo bajo control. El río subterráneo que corre incontenible por todo el planeta emerge a cada momento: es la lucha de clases, es la aspiración de una vida digna que no se detiene a defender a tal o cual sector de la burguesía monopolista sino que se presenta como la enorme cuña que rompe esa ilusión de calma y control que nos quieren vender.