Existe todo un “debate” impostado en los medios burgueses en torno a los artistas y a la cultura “militante”, al uso que se hace de los mismos y de la misma, a si está bien o está mal… todo un discurso confrontativo que –en general- expresa diferentes posturas desde un mismo interés de clase: la clase dominante.
En ese marco, el 25 de mayo pasado, la presidenta “inauguró” como parte de la campaña electoral oficialista, lo que se ha dado a llamar pomposamente el “Centro Cultural Kirchner” en el edificio que otrora funcionara el antiguo Palacio de Correos, en el bajo porteño a la altura de la Avenida Corrientes.
El edificio no es sólo monumental por su arquitectura. Su costo, al día de hoy, casi triplica el presupuesto original: la obra había sido valuada oficialmente en $ 926 millones, pero los gastos (declarados) ascienden ya a $2.469 millones. Algunos informes hablan de más de 3.000 millones y otros llegan hasta los 4.000. Habría que preguntarle los datos fehacientes a la empresa RIVA, constructora del CCK, muy allegada a los despachos oficiales y de excelentes contactos (contratos) gubernamentales.
Y la obra no está terminada, ni de cerca. Lo que se ha hecho es inaugurar parcialmente algunos sectores (fundamentalmente para mostrarlo por TV con la presidenta y sus cortesanos como protagonistas) para luego ser cerrado nuevamente.
La “invitación a conocerlo” que de tanto en tanto puede verse en la TV pública, consiste en visitas de apenas un rato, en donde puede recorrerse el sector del edificio “histórico”, restaurado sobre la calle Sarmiento, y “mirar” otros pocos sectores del complejo. Se lee textualmente en la página oficial del CCK: “Las visitas guiadas se realizan los días viernes, sábados y domingos en el horario de 14:00 a 17:30 horas. La duración del recorrido es de 1 hora, y se efectúan cada 30 minutos. Las entradas para el recorrido se deben retirar en el mostrador de Informes”. “De Lunes a Jueves el Centro Cultural permanecerá cerrado”.
De hecho, servicios esenciales de infraestructura (sistemas de acondicionamiento de aire, calderas, calefacción, agua caliente, por ejemplo, entre otros) no están en funcionamiento.
Este edificio equivale, en costos, a la construcción de cuatro (4) hospitales materno infantil de alta complejidad –que, según datos oficiales- cuestan en promedio 600 millones de pesos cada uno; o a construir en el orden de ciento sesenta y cinco (165) escuelas en territorio bonaerense -que según datos oficiales del propio gobierno del nuevo paladín K, Daniel Scioli- cuestan en promedio 15 millones de pesos cada una.
No contento con esto, el gobierno de la burguesía destinará (sólo este año) 811 millones de pesos, para “conducir” este Centro Cultural (no es un trasbordador interespacial…). Poco más de dos millones por día, tal como consta en el presupuesto nacional 2015. Además, el Ministerio de Planificación volcará otros 164 millones, sólo para la compra de obras de arte.
En todo este disparate vergonzante, un paso de comedia lo constituye la presentación de Martha Argerich en la sala sinfónica de dicho centro cultural, conocida como “La Ballena Azul”. El concierto será finalmente el 17 de julio, pero el mismo iba a llevarse a cabo entre el 27 y el 31 de mayo, como “broche de oro” de la semana de mayo kircherista. Una serie de tironeos políticos entre el gobierno de la Ciudad y Nación, por el “patrocinio” de la artista reconocida mundialmente, y fundamentalmente, la salida a la luz de los costos que se manejaban, postergaron el evento. Trascendió que aquella “Semana” le iba a costar al Estado (o sea a todos nosotros) unos 25 millones de pesos, es decir, unos 200 mil dólares por función, un cachet un 1000% superior al valor de mercado. Por otro lado, se sumó el escándalo por la compra a precios exorbitantes que hizo el Gobierno de los pianos que se iban a usar. Son los denominados de “gran concierto”, cuyo costo en los Estados Unidos, según la página de la empresa Yamaha, es de 180.000 dólares. Pero el Gobierno, a través de Planificación, los pagó a U$250.000 cada uno, lo que en pesos a cambio oficial actual significa 2.2 millones por cada piano. Es decir, al menos $4.400.000 por las dos unidades, un 38% más de lo que cuestan en el mercado. Si a eso se le suman los costos de traslado, de U$33.000, la sumatoria se acerca a 5 millones de pesos por esta compra. Todo una bagatela…
Más allá del “entuerto” de los pianos y la pianista, una nota de “color” en torno al CCK se lo llevan las ratas. Sí, las ratas… y no nos referimos a los funcionarios. El Gobierno gastará casi $ 240 millones para limpiar el edificio, según detalla la decisión Administrativa 299/2015, publicada en el Boletín Oficial. La normativa, firmada por Aníbal Fernández y Julio De Vido, sostiene que la limpieza general del edificio costará $ 239.400.000. Considerando que el servicio de «limpieza, control de plagas, desinfectación, desratización, provisión de artículos de higiene, fumigación, y mantenimiento de tanques» durará 24 meses, el costo será de casi 10 millones de mangos mensuales… Imposible no preguntarse entonces cómo es que se está “inaugurando” y promoviendo la “visita” a tan honorable complejo, si está lleno de ratas… Toda una paradoja.
El mismo De Vido, notable brazo recaudador de los fondos oficiales, aseguró que «el protagonista fundamental del CCK será el pueblo». Lo que se olvidó de mencionar, es lo caro que nos está saliendo semejante protagonismo; no solo en pesos sino «caro» porque lo pagamos con falta de atención sanitaria, destrucción de la educación, falta de viviendas dignas, etc., etc., hipotecando el presente y futuro de nuestro pueblo.