La burguesía nada en el mar tormentoso de su crisis, que no se limita solamente a los enfrentamientos intermonopólicos. Podríamos afirmar que esta es sólo una parte de toda la magnitud de su crisis política; el problema que tienen es que ya no convencen a nadie de las “bondades” de sus planes, y por lo tanto, sus objetivos de mayor explotación chocan con las aspiraciones del pueblo trabajador.
Las luchas salariales en lo que va del año, en muchos casos superaron lo que estaban dispuestos a largar los monopolios y su gobierno; pero como todos sabemos, esos aumentos que conquistamos nos lo quitan a través de la suba permanente de precios. Más allá de los resultados, de los números, las enseñanzas políticas que nos dejan estos meses de lucha son muy profundas. Aceiteros, trabajadores de ACINDAR, petroleros en el Sur, Tanineros del NOA, trabajadores de la Línea 60 (entre otros menos difundidos) han dado muestras muy recientes de lo que decimos.
Trabajadores de diversos sectores y empresas dieron firmes pasos en la toma de medidas de fuerza, llegando incluso a la huelga, lo que significó un avance en la acción decidida de una clase, con sus jóvenes vanguardias al frente de amplias masas de trabajadores; movió a organizarse atentos a la mugre que se desprende de toda la institucionalidad burguesa, con riquísimos aportes en este sentido, dejando cimientos extraordinariamente sólidos para lo que hay que crear y despegar en un impulso hacia adelante.
También mostró que los monopolios retroceden y trastabillan en la confrontación de clase. Estos hechos, no sólo le marcan a la clase obrera el camino a transitar, sino que pone sobre la mesa las falencias y las nuevas tareas que los revolucionario debemos emprender, para fortalecer y consolidar aún más una correlación de fuerzas que comience a equilibrar la balanza a favor de los trabajadores. Los espacios ganados en muchos de estos conflictos, debemos ensancharlos, acrecentando la movilización y dando pasos concretos en la unidad de clase y propagando la unidad con todo el pueblo.
Pero la movilización no se reduce a transitar por las grandes avenidas. Muy por el contrario. Tiene múltiples arterias, algunas más pequeñas, otras más anchas, que debemos explotar con la máxima intensidad. De lo que se trata es de ganar un poco todos los días, por más intrascendente que parezca el reclamo.
En este nuevo espiral ascendente perfeccionaremos la organización independiente de la tutela burguesa, se ganará confianza entre la vanguardia y las masas, y el problema de la unidad, tanto dentro de la empresa al igual que con las fábricas de la zona, no sólo será viable y necesaria, sino que nos hará sentir que somos mucho más fuertes de lo que imaginamos.
Nos sentiremos identificados que somos una clase con los mismos problemas y las mismas aspiraciones, y comprenderemos, aún más, la necesidad de la unidad con todos los sectores del pueblo, paso sumamente necesario que transformará la lucha económica en una lucha política que encarnará en esencia la lucha por el poder. Las huelgas, las multitudinarias movilizaciones, las tomas de fábricas, serán las resultantes del camino trazado por la unidad, la movilización diaria y la organización forjada en el día a día. Tejiendo e impulsando encuentros con compañeros de diferentes sectores y empresas, ir generando, acciones que tengan una continuidad, nada será intrascendente, aunque así parezca.
Esto debe ser encarado de la manera más amplia posible, sin sectarismo, conversando, intercambiando experiencias, abrazando el conocimiento de los compañeros en lucha que están mirando más allá de las cuatro paredes de su trabajo.
No son “ensayos”, también es lucha y preparación de la lucha. Es construir y amalgamar la lucha por el poder. En algunos momentos, sobre todo en la etapa que nos encontramos, algunas de las iniciativas prosperarán, otras serán más tibias, otras, parciales derrotas. Pero en ese movimiento es donde le iremos encontrando la vuelta hasta incluso para fortalecer verdaderas organizaciones de masas por fuera de los marcos del sistema, en las cuales la democracia directa juega un factor decisivo, rompiendo con las maniobras de la burguesía, que siempre buscará embarrarnos la cancha.
Empujando en esa dirección avanzaremos decididamente por el camino revolucionario. Es parte de la táctica, interpretar que la lucha de todos los días es compleja y abarcativa, pero esencialmente política, lo cual nos separa antagónicamente del oportunismo de izquierda que coloca el carro delante del caballo y prioriza su estructura como un fin en sí mismo. Cuando la táctica revolucionaria encierra en sí las cuestiones centrales de la lucha por el poder de nuestra clase, la lucha por la toma del poder político, al pié de la máquina estamos gestando, construyendo y aportando con firme y decidida convicción a todo este proceso revolucionario en ciernes.