La Corte Suprema de Justicia convocó para el 10 de septiembre a una audiencia pública para debatir la “titularidad del derecho de huelga”.
La convocatoria se da en el marco de una causa por el despido de 46 empleados del Correo Argentino, los que en su momento llevaron adelante medidas de fuerza sin el apoyo del sindicato de esa rama; las dos primeras instancias judiciales fallaron a favor de los trabajadores y éstos fueron reincorporados pero la patronal elevó un recurso a la Corte que es lo que origina la audiencia.
Allí se debatirá “quién o quiénes son los sujetos habilitados constitucionalmente para disponer medidas de acción directa”.
El refrán que reza “primero el hecho, luego el derecho”, se aplica perfectamente en este caso.
El intento de regular quién puede hacer uso del derecho de huelga (esté encuadrado o no en un sindicato) llega luego de una etapa en la que las diversas organizaciones independientes de trabajadores, que más allá de las formas que puedan adoptar, tienen la característica central de llevar adelante la lucha de los trabajadores asentada en el ejercicio de la democracia directa, han pasado de ser una tendencia para convertirse en una forma de organización efectiva y conciente adoptada por el movimiento de luchas. Las distintas organizaciones que se han ido gestando en el proceso de esas contiendas rompen efectivamente con el concepto de democracia delegada y cuestionan la médula de las organizaciones sindicales de “abajo hacia arriba” y apuntan al corazón de la concepción representativa de la ideología burguesa.
Entonces, la convocatoria de la Corte apunta a “regular” el derecho de huelga, reconocido constitucionalmente en el artículo 14 bis introducido en la reforma de 1957, pero además intenta encorsetar en la legalidad burguesa lo que por definición viene a romper con esa legalidad en la práctica concreta.
Que quien rompa con esa “legalidad” sea la clase obrera y demás sectores de trabajadores enciende las alarmas de la burguesía, sabedora que allí está su enemigo de clase acérrimo al que se le permite solamente organizarse de la forma y los métodos que la propia burguesía tolera con el fin de mantener intacta su dominación.
Un refrán que podría improvisarse sería: “si el enemigo demuestra temor, es que vamos por el camino correcto”.
La táctica de impulsar la movilización permanente, ejercitar la democracia directa, romper con todas las cadenas que intentan inmovilizar la energía y creatividad de las masas obreras, generar la más amplia participación efectiva de la mayoría de los trabajadores para llevar adelante las luchas y, lo más importante, la organización de sus herramientas reivindicativas y políticas, se devela así como la verdadera táctica revolucionaria que preocupa a la burguesía monopolista y a todos sus estamentos de poder.
Hay que seguir por ese camino, ya no sólo para romper con las viejas y caducas estructuras sindicales, las que en su mayoría se han convertido en un apéndice más de las políticas de la burguesía, sino fundamentalmente para avanzar en la profundización de la experiencia de lucha y organización independiente del proletariado argentino, único camino para que éste pueda convertirse efectivamente en dirección política del conjunto de los sectores populares en el camino de terminar definitivamente con la dominación de la burguesía.