La burguesía miente hoy como lo hizo toda la vida. Se alinean para continuar explotando al pueblo trabajador, exprimiéndonos y chupándonos la sangre. “De la crisis se sale con productividad y bajos salarios”, es el lema de la clase dominante, de todos ellos, se vistan con el ropaje que se vistan.
Preparando el escenario que se les viene, por el estado de confrontación que crece por abajo, tratan de extorsionarnos y disciplinarnos diciendo que “debemos conservar las fuentes de trabajo, sin chistar por los salarios”.
En este marco quedan a la vista una vez más, los graves problemas políticos que tiene la burguesía monopolista para avanzar en su dominación y en la productividad, sin palos en la rueda, como ellos pretenderían.
El cuestionamiento político de los trabajadores y el pueblo a las políticas antipopulares; el rechazo a todo lo institucional; la extensión nacional de la autoconvocatoria y la asamblea como herramienta que permite ejercer la democracia directa y alcanzar los objetivos reivindicativos, políticos y sociales; la debilidad política burguesa y la desorientación que les impide reaccionar con la rapidez deseada por los grupos monopólicos; la ausencia de medidas que oxigenen los negocios y les permitan recuperar la “confianza ciudadana”; la incapacidad de todo el arco político (tanto los llamados opositores como los oficialistas) de recuperar espacios perdidos por la dominación burguesa; son los elementos principales que muestran lo que planteamos.
A todo esto, debemos agregarle la situación de la clase obrera que se encuentra en un momento de alerta y alza en su nivel de confrontación, con niveles de socialización de la producción nunca antes vistos, que chocan de frente con todas las viejas formas de organización sindical y políticas.
Los trabajadores anhelamos cambios profundos en nuestras vidas, sometidos a la peor de las explotaciones, con salarios devaluados que cada vez alcanzan para menos, divididos de miles de maneras, con turnos cambiados constantemente, contratados, tercerizados, efectivos, que hoy se trabaja de noche, que hoy sábado y domingo, y que después por la tarde, y mañana miércoles y el jueves tenés franco, y después no. Y así, un verdadero infierno. Con sindicatos que ofician de agentes de inteligencia de las empresas, con niveles de decisión a nivel de recursos humanos para despedir gente que consideran “peligrosa y nociva para las compañías”.
Es en este marco que la rebeldía se transforma en un hecho. Se palpa y se expresa, se demandan cambios de fondo. La unidad efectiva barre de un plumazo todas las trabas que intenta poner la burguesía, incluidas sus mentiras y promesas electorales
La clase obrera se une en el odio a sus explotadores y a los sindicatos cómplices, luchando para terminar con esta vida miserable.
Por eso, la burguesía intenta embarrarle la cancha permanentemente al proletariado, a las decisiones genuinas del conjunto de los trabajadores, sobre todo cuando éstas aparecen por fuera de lo institucional, del terreno de juego que ellos comandan.
Aunque puedan existir algunas veces en donde ellos logran confundir un poco al movimiento de masas, ponerle algunos palos en la rueda a la decisión autoconvocada y a la organización independiente para que decidamos nosotros, tienen un gran problema político y no vislumbran cómo lo van a resolver.
Un comentario final: la lucha de las clases irá más allá de cualquiera de los “planes” de las multinacionales, de cualquier gobierno que lo gerencie, gane quien gane las elecciones.