La editorial publicada por el diario La Nación el día lunes pasado y las reacciones que provocó la misma, son un ejemplo palpable del nuevo carácter de la crisis política de la burguesía monopolista en la Argentina.
Sobre la editorial en sí, diremos dos cosas; una, que no debe sorprender que el diario que justificó todos los genocidios desde la conquista del desierto para acá ahora emparente la lucha armada de los años 60/70 con el terrorismo del ISIS, dado que se trata de la misma burguesía retrógrada y reaccionaria que apoyó el fascismo en la Argentina vistiéndose luego de ropajes “democráticos” pero sin perder su esencia, su carácter de clase y su confirmación como enemigo jurado de la clase obrera y el pueblo.
La otra, que el propio escrito intenta argumentar que la lucha por los derechos humanos es una cuestión privativa del gobierno kirchnerista cuando en realidad los Kirchner lo único que hicieron fue querer apropiarse de la lucha de todo el pueblo argentino que, durante décadas, no permitió ni el olvido ni el perdón de los crímenes del fascismo en nuestro país.
Las repercusiones de la editorial son lo verdaderamente importante.
El rechazo de los trabajadores del diario a la editorial es una demostración del estado de movilización y de conciencia de nuestro pueblo. La reacción valiente y decidida de toda la redacción del diario también significa un condicionamiento que obligó al presidente electo Macri a ratificar la continuidad de los juicios.
Se confirma así que, lejos de caracterizar que el triunfo de una de las facciones burguesas abre una etapa de “resistencia”, lo que realmente pasa es que la burguesía se encuentra sobre un campo minado por el alto nivel de conciencia y politización de la sociedad lo que los obliga a andar con pies de plomo, concientes que el movimiento de masas no retrocederá un solo paso en sus conquistas y demandas en todos los planos.
Por el contrario, los sectores obreros y populares debemos ratificar que ese es el camino a seguir: el seguir condicionando a una burguesía en crisis permanente; en esa caracterización debemos actuar con confianza absoluta y sin subestimación alguna de nuestra clase obrera y nuestro pueblo.
La burguesía está preocupada, la burguesía está débil. Su preocupación y debilidad serán una característica permanente del proceso de lucha de clases abierto luego del acto electoral, y ese escenario es favorable a la continuación de una posición política independiente del proletariado y el pueblo para seguir avanzando en la construcción de la salida revolucionaria.
Desde el condicionamiento impuesto por el movimiento de masas deben crecer las ideas revolucionarias para masificarse y lograr ser una alternativa real para la mayoría del pueblo argentino.