Los batacazos inflacionarios de estos últimos días y los venideros, desbordan y desbordarán todo intento de hacer de la llamada transición entre un gobierno y otro un camino sin conflictividad. No sólo ello, las medidas futuras anunciadas en cuanto a ajustes de servicios públicos y devaluación que los monopolios en el gobierno de Macri llevarán adelante, repercuten en el presente. En una escalada especulativa sumamente crítica, los precios se acomodan a la devaluación futura y los salarios se ven sacudidos y más reducidos aún. Los economistas le llaman sinceramiento de la economía justificando así un monumental golpe al bolsillo de los trabajadores y el pueblo. El mismo Moyano reclamando un bono de $ 8.000 para la canasta escolar de año que viene lo dice todo.
El intento de aparecer prolijos frente a este escenario de crisis política y económica se desdibuja minuto a minuto y todo el esfuerzo con que los monopolios, desde sus medios, intentan mostrar a las personalidades del futuro gobierno aparece ya encorsetado en la vorágine de una situación impotente de controlar.
La Gobernadora de Buenos Aires advirtiendo sobre los desbordes sociales en la provincia e “invocando preparativos” ante los “desestabilizadores” que puedan salir a las calles habla a las claras que la situación se les ha ido de las manos ahora aún antes de asumir.
Paro de estatales la semana que viene, movilización de los aeroportuarios, lucha por el bono de fin de año en las fábricas, movilización contra los tarifazos en Córdoba, luchas de los trabajadores de la salud, lucha contra los despidos en Pirelli, y muchas situaciones más que muestran a la clase obrera en su conjunto dispuesta a no verse atrapada en las condiciones a las que los monopolios quieren hacerla retroceder, preservando sus conquistas y haciendo retroceder a las patronales en sus planes de explotación. Las dirigencias sindicales traidoras a los trabajadores que asumen bajo el nuevo gobierno, están ampliamente cuestionadas y, lejos de poder contener el torrente de luchas de la clase obrera, se amparan en los planes del poder, en el ministerio de trabajo y en los “contactos” para sostenerse frente a los tormentosos vientos que ya están soplando esperando no ser barridas por la lucha.
El nuevo gobierno de los monopolios que da por hecho las posibilidades de implementar sus ajustes y muestra un plan de acción -desde su punto de vista técnicamente prolijo y viable- asiste a una transición pretendidamente pacifica cada vez más conflictiva que, lejos de generar la expectativa añorada por la burguesía, se vuelve un sueño en el aire.
«Estamos todos preocupados por el corto plazo” sentencian desde la central que nuclea a las automotrices. Y no es para menos la burguesía en la vos de sus expresiones más claras se hace eco de su debilidad y los condicionamientos que la lucha de clases les impone.
Este es un enfrentamiento de todo el pueblo. Se dirime con la fuerza de millones. Con la unidad amplia de la clase obrera y el pueblo, con la decisión de imponerles nuestras condiciones y no dejarlos avanzar ni en el corto, ni en el largo plazo, los tiempos de la lucha deben ser los que desde abajo se impongan.