El periodista «especialista» en economía (léase: operador de los grupos económicos) le decía al periodista conductor del programa radial quien lo entrevistaba telefónicamente: No se puede pretender aumentos de más del 30% porque pueden obtener como respuesta de la empresa: «te aumento pero echo a la mitad de los trabajadores».
El chantaje con los despidos es la política actual de la oligarquía financiera con el fin de bajar la masa salarial de todo el país.
Los despidos en el área estatal con el pretexto de la existencia de ñoquis o acomodados de La Cámpora, apuntan a fortalecer el efecto de dicha política de extorsión a los trabajadores. Las declaraciones de Prat Gay y de muchos de los funcionarios y políticos del sistema (del oficialismo y de la oposición), así como de empresarios de varias ramas, apuntan a lo mismo. El tema del conflicto de los petroleros de Chubut es utilizado en ese sentido, a pesar de que no tiene nada que ver con pedidos de aumentos.
Todo lo que pueda apuntar a esa táctica, la burguesía monopolista lo utiliza hasta el hartazgo intentando disciplinar a los trabajadores con del fin de que acepten la merma salarial aplicada con las medidas tomadas y no pretendan recomponer sus ingresos.
El mensaje es claro: si pretendés aumentos te exponés a la pérdida de puestos de trabajo.
Pero analicemos la situación:
Una cosa es lo que está pasando en el ámbito estatal: Allí, el nuevo gobierno trata de bajar el déficit fiscal con la disminución de la plantilla de empleados echando a diestra y siniestra sin mirar a quién, a la vez que intenta limpiar de ñoquis «indeseables» para remplazarlos por otros ñoquis de sus propios entornos. Esto ya lo vimos a cada cambio de gobierno.
Otra cosa es lo que pasa en empresas que deben achicarse o quiebran dejando fuera a los trabajadores. Pero las consecuencias de los cierres y las quiebras se dan en forma permanente y son propias del proceso de centralización y concentración del capital que se acelera a pasos agigantados y no tienen nada que ver con una situación especial que nos quieren hacer creer que vive el país.
Una cosa muy diferente es lo que pasa en las empresas monopolistas que mantienen firmes sus negocios y que se benefician con la concentración de los capitales. Varias de ellas tienen previstas inversiones millonarias para la reproducción ampliada del capital. Así, podemos nombrar a algunas beneficiarias tales como las mismas petroleras que hacen sus enormes ganancias por la diferencia entre el precio del petróleo en el mercado internacional y el precio que el gobierno les subsidia en el mercado argentino, las mineras, las automotrices con proyectos de fabricar modelos nuevos, las siderúrgicas que planean aumentar más de un 15% su producción para el año en curso, las constructoras, las ligadas a la obra pública que se frotan las manos con los préstamos prometidos de los organismos internacionales, las cerealeras y aceiteras, la alimentarias (lácteas, cárnicas, y otras), las ligadas a la maquinaria agrícola, las que comercializan fertilizantes y agroquímicos, los bancos, las que conforman las comunicaciones, las ligadas a las energías alternativas, etc.
Ellas no echarán nunca «a la mitad de su personal» aunque los trabajadores logren aumentos importantes de salarios. Sí intentarán, y varias lo están haciendo, utilizar el chantaje como elemento de instalación del miedo para el disciplinamiento subiéndose a la ola de incertidumbre que provocan los despidos del Estado y la pérdida de trabajo a consecuencia de los cierres, las quiebras y las absorciones, logrando así aumentar su producción con menor masa salarial.
Ellas necesitan el personal para la producción y le temen al paro y a la interrupción de la actividad porque el capital invertido requiere mano de obra para la obtención de ganancia, ¡¡¡los puestos de trabajo son una necesidad de ellos!!!. Ningún capital transnacional invertido en nuestro país con los márgenes de ganancia que se obtienen muy superiores a los que pudieran obtenerse en países centrales, se iría así porque sí como nos quieren vender estos popes de la economía al estilo del mercenario mencionado al principio de la nota.
Hasta aquí algunos fundamentos económicos que desentrañan la mentira con la que pretenden engañarnos.
Ahora agreguemos el movimiento generado por la lucha de clases que se desarrolla sobre esa base económica.
La burguesía está necesitada de bajar la masa salarial, como dijimos, y está tan débil en lo político que, como no puede, desde hace años, hacernos creer «su proyecto de país», recurre al miedo. Sin embargo, se encuentra con una clase obrera y un pueblo trabajador que no están dispuestos a retroceder un tranco de pollo sobre las conquistas adquiridas con lucha y sacrificio.
Sobre esa ola es que nos paramos los revolucionarios y los millones de trabajadores dispuestos a sostener y acrecentar nuestras conquistas, desoyendo el chantaje, blandiendo fuerte y en alto la consigna de un aumento mínimo del 50% a los salarios de todo el país, con o sin paritaria, y pagado de una sola vez, a fin de transitar nuestra vida en forma digna mientras vamos preparando con la autoconvocatoria y la democracia directa, el entrelazamiento de la unidad y las fuerzas orgánicas que nos conduzcan a dar vuelta esta tortilla.