El diario Clarín, con un título rimbombante, parece tomar nota de la existencia de la lucha de clases en el mundo: “Rebelión en la fábrica del mundo: ¿el fin del todo por dos pesos ‘Made in China’?”. Desarrollan con lujos y detalles la rebelión de los obreros y las condiciones laborales y de miseria de la clase obrera china. Cita que por condiciones laborales esclavistas se suicidaron 10 jóvenes de una empresa de origen taiwanés, seguido de una oleada de huelgas donde el gobierno chino se vio obligado a retroceder y aceptar el derecho a huelga y a que los trabajadores se organicen en forma independiente. En pocas palabras, el proletariado chino avanza y los monopolios retroceden.
Qué bien cabe el dicho de “Nadie es profeta en su tierra”, porque bien es sabido que la oleada de conflictos obreros en los últimos 5 meses en Argentina fue tremenda; que las condiciones de superexplotación son abrumadoras; que las condiciones de represión en las fábricas en Argentina son ejercidas vía patotas sindicales pro patronales (el modus operandis de los empresarios); que aquí también los salarios de hambre por 12 hs de trabajo son una práctica constante que se lleva a cabo de la mano de la flexibilización laboral; y que los monopolios, reales fijadores de precios, son los que nos provocaron la inflación para planchar los salarios.
También le faltó decir a la nota de Clarín que ellos están unificados en el plan de este gobierno cuyo objetivo central era llevar los salarios argentinos al nivel de los salarios chinos. De todo eso, por supuesto, ni una palabra.
Pero la lucha de clases en el mundo no se anda con “chiquitas”, no perdona. El proletariado mundial empieza a encontrar los caminos y, hoy más que nunca, con renovados bríos, comienza a dar señales de ofensiva, y sí cabe, con profunda temerosidad para la oligarquía financiera, la frase de Marx y Engels de “El Manifiesto Comunista”: