Cuando un gobierno emite dinero sin respaldo en el valor que tiene incorporada la totalidad de mercancías producidas, lo que antes se compraba con un peso, por ejemplo, ahora se compra con dos.
Eso quiere decir que se han cambiado los nombres de las cosas y aunque los valores de los bienes no hayan cambiado, sí cambiaron sus precios. Siguiendo el razonamiento anterior, lo que antes se llamaba 50 ahora se llama 100.
Cuando se produce la pérdida de paridad entre el dinero billete y las mercaderías, la burguesía sin pedir permiso a nadie -léase gobierno o institución estatal supuestamente destinada a controlar precios- en forma automática y sin perder tiempo, aumenta los precios de lo que produce o lo que comercializa para no perder margen de ganancia.
Al perder paridad el billete frente a las mercaderías, el único que no tiene cómo recomponer su ingreso es quien depende del salario o sueldo mensual. Porque el burgués que tiene mercadería en su poder, aumenta las mismas en la misma proporción que decreció la paridad del peso, lo mismo hace el que maneja servicios o el que maneja intereses como los bancos, recargando sus porcentajes correspondientes.
Así se genera la inflación que todos conocemos y sufrimos. La inflación es entonces, el aumento generalizado de precios y la disminución de compra del salario.
Entonces vienen los opinadores, los economistas, los «entendidos» en la materia y apuntan al déficit fiscal, los valores internacionales de los commodities, los conflictos internacionales, la falta de inversiones, etc., etc. A todas esas cosas les echan las culpas.
Cuando el trabajador que depende del salario reclama también emparejar la paridad con el billete y su ingreso, con los botines de punta, todos los burgueses y el gobierno, más los decidores de todo tipo, salen a gritar que hay que tener prudencia porque un aumento de salarios generaría mayor inflación.
Entonces comienzan a proponer fórmulas para frenar la inflación, consistentes todas ellas en mantener chatos los salarios, y que éstos no aumenten para enfriar la economía y que todo se estabilice. «Hay que reducir el déficit fiscal», «hay que invertir más y producir más para que haya más respaldo y que la moneda vuelva a tener valor», se oye decir entre tantas mentiras. Piden comprensión a los trabajadores, mientras que ellos se reservan el derecho de no comprender.
Pero, ¡¡¡la inflación es el aumento generalizado de los precios y la baja del poder adquisitivo del salario!!!
¡¿Cómo defenderse del aumento generalizado de precios y la baja de salarios, si no es luchando por el aumento de salarios y baja de los precios?!
El argumento de la burguesía y su gobierno queda así expuesto como ridículo.
Tal como lo hace siempre, la burguesía da vuelta las cosas e intenta engañar porque manteniendo las cosas como están luego del aumento de precios y la baja del poder adquisitivo del salario, asegura así sus mayores ganancias.
Entonces la solución al problema de la inflación es de carácter estrictamente político para los trabajadores. Únicamente podemos enfrentarlo unidos como clase y como pueblo contra la voracidad de la burguesía que ha ocasionado no sólo el aumento generalizado de los precios sino también la pérdida de paridad del peso billete que ahora tiene menos respaldo respecto del valor de las mercancías. Porque la emisión de moneda sin respaldo, a través del gobierno de turno, la implementa el Estado para acomodar los números y compromisos monetarios que la gran burguesía monopolista desniveló con sus movimientos de capital (subsidios a las empresas, deudas de todo tipo, pagos de bonos emitidos con altísimas tasas de interés en beneficio de los oligarcas, concesión de «créditos blandos», y todo tipo de chanchullos con los dineros públicos que maneja el capital financiero).
El camino es muy contrario al que propone el Estado y su zoológico de políticos mercenarios. Lógicamente porque este Estado representa el interés de la burguesía monopolista que es bajar la masa salarial para acrecentar sus ganancias.
A ello debemos responder con unidad, enfrentando esa política y la mentira que se teje alrededor de la misma. El discurso chantajista de la burguesía nos propone cambiar un salario que nos permita vivir mejor por un puesto de trabajo que sólo signifique más explotación, miseria y degradación como seres humanos. ¡¡¡Nada de eso!!!
La consigna es clara: Con o sin paritarias, aumento del 50% sin cuotas y de una sola vez, sobre un mínimo para todos los trabajadores igual a la canasta familiar. ¡Esa es nuestra prenda de unidad!