A poco más de dos meses de haber asumido la nueva administración política del Estado de los monopolios, el día de ayer, convocado por la Asociación Trabajadoresdel Estado (ATE), se realizó el primer paro y movilización nacional contra las políticas del gobierno.
La multitudinaria movilización en la ciudad de Buenos Aires (60 mil, según sus organizadores) y sus correlatos en todas la provincias, a pesar de la estrechez política de la convocatoria -“parar los despidos” y por la “reincorporación de todos”– fue aprovechada por parte de importantes sectores populares y de trabajadores, para manifestar y canalizar el rechazo a las políticas de ajuste que intenta llevar adelante el nuevo gobierno de los monopolios.
Esta jornada de lucha de los trabajadores estatales abre una nueva ronda del enfrentamiento político de todo el pueblo con la oligarquía financiera, y preanuncia la inminente aparición en la escena de la clase obrera, que -a través del chantaje- ha sido el principal objetivo a doblegar y disciplinar por parte del poder oligárquico.
La acumulación de bronca, producto del avasallamiento de los derechos políticos de organización, la permanente reducción salarial vía la inflación, y el descarado robo que significa el cada día más masivo “impuesto a las ganancias” y la complicidad, con estas políticas, de la “gerencias sindicales”, ha instalado, en las entrañas de la clase, nuevas organizaciones obreras por fuera de toda institucionalidad estatal que se disponen a enfrenar la arrogancia de la clase dominante.
Es por esto que la tarea del momento de los que luchamos por un cambio de fondo, además del despliegue de la acción entre los trabajadores y pueblo en general, es el trabajo por la unidad de la clase obrera; con el desarrollo y la generalización de estas nuevas organizaciones en cada lugar de trabajo, en parques y zonas industriales que en forma soberana tomen en sus manos la organización para la lucha por el 50% de aumento salarial y la eliminación del impuesto a las ganancias.