La característica de las luchas de masa que vienen sucediéndose en nuestro país es que las mismas superan los márgenes establecidos por la legalidad burguesa. Esas luchas y movilizaciones, por más pequeñas que parezcan, constituyen actualmente verdaderos enfrentamientos contra el poder de la burguesía -ya que se expresan como fuerza contra fuerza- y, sobre todo, contra las políticas de su sector dominante, la oligarquía financiera.
El inicio de una búsqueda independiente del poder burgués dio origen, hace ya muchos años, a la autoconvoncatoria que posteriormente devino en práctica de la democracia directa elevando así la calidad del enfrentamiento al poder burgués instaurando una metodología que remplaza en forma superadora la institución política en la que actualmente se basa el gobierno de la clase dominante: la democracia burguesa y sus instituciones.
La asamblea, el instrumento organizativo que, en su práctica, la clase obrera y demás sectores populares utilizan como órgano soberano para decidir y ejecutar sus objetivos reivindicativos y políticos, expresando esa democracia directa, se va desarrollando a lo largo y ancho de todo el país tornando cada vez más vetusta a la democracia representativa de la institucionalidad burguesa; es más, ésta se torna ya inaceptable en los ámbitos de la lucha y la movilización popular.
Todo ello configura, en los hechos, un sentido revolucionario de la lucha de clases, porque supera el marco legal y jurídico burgués, ejercicio que a diario ejecutan las masas por sí mismas. La práctica, antecesora de la conciencia social y base cimentadora de la misma, marca el camino previsto por la teoría revolucionaria con una huella indeleble que históricamente no puede ya borrarse.
Con esta impronta la lucha se ha transformado en lucha revolucionaria de masas, la cual es necesario elevar al plano consciente, generalizarla y dotarla de un plan que impulse y oriente hacia el objetivo de cambio radical de las relaciones sociales. Porque es a través de la lucha revolucionaria de masas que se podrá conquistar el poder proletario y popular.
Sobre esa base sólida de la práctica que ya están ejerciendo las masas es que los revolucionarios, principalmente nuestro Partido, debemos profundizar y generalizar la inserción de las ideas revolucionarias de la toma del poder, la destrucción del Estado burgués y la instauración del socialismo.
Con ellas, la acción revolucionaria de masas se irá elevando al plano consciente. De tal forma, el papel indelegable de los cuadros y destacamentos revolucionarios no puede limitarse a la participación, como uno más, en las luchas de masas en los que se está inserto. Es necesario introducir masivamente las ideas revolucionarias del rompimiento con el sistema burgués para hacer consciente lo que el movimiento de masas realiza en forma intuitiva o no consciente. Es dotar a ese movimiento del objetivo revolucionario hacia el socialismo como la vía única que garantizará alcanzar y sostener una vida digna hacia una vida social plena y sin explotación del hombre por el hombre.
Es este un momento histórico decisivo el que estamos transitando. Las ideas revolucionarias deben propagarse masivamente y, con ellas, las organizaciones políticas revolucionarias de la clase obrera y el pueblo, que permitan al movimiento revolucionario de masas visualizar como posible y realizable el camino al socialismo. Una tarea cuya mayor responsabilidad debe asumir nuestro Partido involucrando con su actividad a masas proletarias y populares.