Los medios de comunicación están concentrados en pocas manos y se encargan diariamente de “desinformar” a la población. Pero sus “certeros” golpes de opinión no alcanzan, ni mucho menos, a frenar o “detener” la lucha de clases.
Por el contrario, como agua de manantial, persistente, rauda, cristalina… la lucha de clases expone a la crisis de la burguesía golpeando de forma constante con la lucha proletaria y popular.
Todo lo intentan tapar y a veces lo logran. Pero la vida sigue: el proletario -que se ha levantado una y otra vez del dolor que provoca la explotación y la opresión- va encontrando los cauces para expresar ese odio acumulado de generación en generación.
La bronca está, en muchos establecimientos laS luchas tienen un carácter ofensivo:
Aumento salarial. Apertura de paritarias. Mejores condiciones de trabajo.
Es cierto, también hay de lo otro: el despido, el apriete y la extorsión continúan. Sin embargo,en la situación de la clase obrera en general, lo que está mandando es pararse de manos. Hay una unidad de hecho en la disposición de ir para adelante. En nuestra página venimos informando insistentemente sobre este punto y con ejemplos concretos. Acentuamos este protagonismo clasista cuando lo que se ve por arriba es crisis y más crisis. La burguesía monopolista (y con ella el gobierno y la oposición) confronta entre sí sin importar ya su color político partidario. El gabinete económico es una muestra patética del desconcierto político que reina.
Es un momento de la historia muy particular, las clases fundamentales se enfrentan y se foguean en una etapa del capitalismo muy diferente a otras de la historia pasada. ¡Nada de se repetirá!
La burguesía monopolista -sin rumbos claros en el plano internacional y local-, con su discurso de capitalismo “bueno” y “capitalismo malo” se dan la mano en su fracaso de dar soluciones concretas a los pueblos, y al nuestro en particular. Por el otro lado, la clase obrera en el mundo, junto a todo el pueblo, comienzan a revertir esa idea impuesta por el poder a nivel mundial, en donde la única salida sería más capitalismo.
Las ideas revolucionarias, acompañadas de las políticas y consignas del mismo tenor se van introduciendo en nuestro pueblo, porque en definitiva, la lucha revolucionaria se transmitió de una u otra manera a las nuevas generaciones por parte de padres y abuelos en sus relatos de vida. A pesar de las endemoniadas confusiones que se intentaron meter por la ventana, comienzan a pesar esas transmisiones y experiencias.
Todavía las cosas no aparecen lo suficientemente claras, pero se percibe una relación muy armónica entre las necesidades de cambio que invade el espíritu en la lucha contra el poder burgués y la introducción de los planes revolucionarios en marcha.
Hay mucho por recorrer, pero la acumulación (en el sentido más amplio de la palabra) no es menor. Partimos de la propia experiencia de nuestro pueblo, que sabe lo que no quiere, de una metodología de lucha que tiene al alcance de su mano (la autoconvocatoria) que se expresa en asambleas multitudinarias, en donde se practica la democracia directa.
Es en ese andar, con la participación de los revolucionarios, en donde se están encontrando las ideas revolucionarias y las organizaciones políticas de ese carácter embrionarias aún, pero convencidas de la lucha por el poder.
A diario la clase obrera conquista, los asalariados en general están decididos a tomar la calle, la movilización no se detiene. La CGT llamaría a un paro general desbordada por el abajo.
Pero no es suficiente que el actual poder no sepa a dónde ir… o que reine una anarquía en el tironeo por intereses de la clase dominante. La lucha por el poder requiere que la clase obrera sí sepa a donde ir, sepa de su papel fundamental en el pueblo para arribar a buen puerto. Es por ello que se hace necesario tensar todas las fuerzas en dirección clara de la lucha hacia la revolución, el porqué de la viabilidad de un Estado proletario y popular.
Se hace necesario multiplicar las fuerzas políticas en esa dirección, robustecerlas y crearlas donde no estén, elevar el plano político del enfrentamiento, cuando el estado de ánimo reclama expresar su bronca e impotencia. La clase obrera necesita ir preparando planes de lucha asociados a la plena movilización, que contemplen medidas contundentes y se correspondan con un estado de ánimo ascendente.
Se necesita profundizar el proyecto revolucionario allí en donde estén los obreros y asalariados, en las empresas, en los barrios, en las escuelas, en las universidades… Ese es el terreno fundamental de la lucha. Y desde allí, clavar las, estacas; tenemos que aferrarnos al terreno y desde allí levantar la mirada para unir fuerzas con nuestros pares, que de una u otra manera, ya están haciendo lo mismo.
El poder busca sacarnos del terreno de la masividad porque sabe que allí es débil.
Hemos pasado la peor ofensiva política e ideológica de la burguesía, que se floreó por varias décadas, pero los pueblos del mundo vienen avisando y en ello, el papel de los proletarios ha sido determinante, por más que se intente ocultar o manipular la información.
En nuestro país sabremos agitar las aguas con vehemencia revolucionaria en la época de ascenso sostenido. Ello implicará un compromiso de los revolucionarios cada vez más agudo en la lucha por el poder, entendiendo que la masividad en el enfrentamiento es crucial para garantizar el triunfo y a la vez sostenerlo.