«No tenemos ningún indicio para responder tu pregunta», le contestó el presidente y director ejecutivo de Dow, Andrew Liveris, a una empresaria que le consultó justamente sobre cómo influía la incertidumbre política al momento de tomar una decisión de inversión. Fue uno de los pocos momentos donde el auditorio estalló en risas. Porque la realidad es que ningún empresario puede saber, con la historia argentina, qué sucederá en cuatro años, y mucho menos en ocho. Textual del diario el Cronista 14-9-16.
En ese preciso momento 2000 empresarios del capital más concentrado expresaban su “incondicional apoyo” a las políticas del gobierno.
Lógicamente que los medios de difusión del sistema evitan mencionar las verdaderas causas de esa “risotada” empresarial. Parecería ser que esa imprevisibilidad política ya es cosa cotidiana, parte de un paisaje, algo impuesto “por la magia de la vida”.
¿Qué es lo que no se menciona? Se ningunea la lucha de clases.
La clase dominante, se sector más concentrado, la burguesía monopolista a través de las instituciones del Estado, y con sus empresas comportándose como Estados se dan el lujo de “reírse” de sus crisis políticas y de alguna manera recogen el guante con una frase popular: “es preferible reír que llorar”. No así la institucionalidad burguesa de todo color político partidario que hasta llega a decir y florear al poder burgués como omnipotente.
Reírse de su propia crisis es un signo de extrema debilidad, no es como podría pensarse en otro orden de cosas como de liviandad. De lo que se trata es de negocios, de rentabilidad, de ganar plata y si hay algo que duele al burgués es ello y no lo oculta, cada minuto de su vida, cada segundo de la misma tiene sentido si se ensancha su bolsillo. Se han acostumbrado al dolor de la crisis política y con ello navegan deambulando capitales por el mundo.
Saben ellos y lo ocultan que los pueblos del mundo ya no quieren seguir viviendo como viven, hoy hay paro general en Italia, en Grecia los barcos no navegan por la misma razón y en nuestro país los médicos que en provincia de Buenos Aires ganan $15.000 van a una huelga. El parque industrial de Pilar está al rojo vivo por un conflicto en Bimbo. Expresiones de este tipo se suceden unas tras otra, millones de puertas gerenciales están siendo golpeadas por reclamos de todo orden, que “no sean noticias” no quiere decir que no sucedan, es una lucha de clases virulenta, que incomoda a la burguesía monopolista, que no la deja tranquila por cada segundo que pasa. Mientras nuestro presidente reclama inversiones en un auditorio al borde del ataque de nervios, 9.000 millones de dólares se fugaban en pocos meses. ¿Cómo se explica?
Estos señores entienden que para hacer negocios se necesita estabilidad política y el problema está en nuestro país y está en el mundo globalizado. Estos señores necesitan hacer negocios rápidos, suculentos y evitar la frase “largo plazo”.
Las gerencias de los monopolios se pelean entre ellas y contra todos, se trata de definir políticas contra la clase obrera y el pueblo y, si bien en ese punto todos coinciden, la presión constante y profunda que ejerce la lucha de clases no les permite ponerse de acuerdo.
¿Cómo se hace para llevar las fórmulas que el capitalismo monopolista impone? Eso es la política, y cuando no aparece un sector de esa misma burguesía para disciplinar a otro y por el contrario sus divisiones en el mundo y en nuestro país en particular se amplía es porque “el garrote” y “el engaño” cada vez tienen menos cabida en la conciencia de las sociedades humanas.
Imaginemos por un rato en el actual gabinete a quienes mantienen un dólar bajo permitiendo la fuga legal de capitales y a quienes como el “señor” Ratazzi exigiendo la suba de la divisa para la exportación. Todos en una misma mesa…comprensible la risa del auditorio.