Mañana comienza un diciembre que -como siempre pasa- es el mes de la “esperanza”. Un año ajetreado se va y con él –engendrado- viene otro. Pero este diciembre no lleva en sus entrañas esperanzas de vientos de cambio, al no ser que la lucha se siga intensificando.
No se sabe que va a pasar, incertidumbre en todos los planos. Y así pasan los días, las semanas, los meses…en fin la vida. Este gobierno atacó el bolsillo, fue al grano y el dolor es muy fuerte ¡la plata no alcanza! Las condiciones de vida se van deteriorando.
Pero en este diciembre de variadas protestas, movilizaciones ya anunciadas, de arrancarle a la burguesía conquistas cotidianamente reclamadas, en esas mismas idas y vueltas de las clases enfrentadas, se va desplegando como una mancha en el mar la idea de Revolución, de cambio, de poner sobre la mesa algo sencillo y profundo, como es la dignidad del Hombre.
La lucha trae esperanza y si ella se encamina en el andarivel de un enorme proceso revolucionario, la misma vida del Hombre se hace NOBLEZA con mayúsculas.
Cuando llega un diciembre cualquiera, se analizan las “perspectivas” basadas en lo que pasó. Es muy común utilizar éstos latiguillos y a veces muy necesarios. Pero este diciembre es distinto, tiene otro color, aunque el mismo aún no brille y no pese.
Centenares de miles de luchadores, con experiencias de enfrentamientos están en búsqueda de cambios profundos pero aún ese camino no es claro. Las malezas que impone el poder oscurecen sus salidas.
Pero dentro de esa marea humana hay quienes -de una u otra manera- se incorporan al proyecto de cambio revolucionario y por primera vez, en varias décadas, esas fuerzas embrionarias van tomando materialidad en donde deben tomarlas. Y eso es en las raíces, que es allí abajo en donde se producen las riquezas, en donde se pone en marcha cada día toda la sociedad.
Es un diciembre distinto, un diciembre en donde los revolucionarios comenzamos a plantar bandera en un territorio más que querido. En el terreno de lo concreto de la lucha política, de la unidad.
El peso específico de las ideas entra en la disputa del cuerpo a cuerpo y para ello hay que estar convencido que el espíritu de cambio en toda la sociedad es una necesidad de vida. Lo nuevo que tiene que cobrar fuerzas es la política revolucionaria por abajo, es la organización por abajo, es el arrojar por la ventana las políticas y los políticos de la “mentira” de toda la burguesía e ir imponiendo “desde el pie” -como decía el poeta- y cómo se está haciendo la política de cambio profundo social, organizando la revolución en cada rincón.
En este diciembre, los revolucionarios iremos plantando bandera. Esperaremos el 2017 para fortalecer lo que ya se ha echado a andar consolidando los pasos dados. Lo nuevo lucha por desplegarse. No es fácil ni lo será, pero nuevo no es sinónimo de débil, aunque haya parte de ésta verdad, lo nuevo radica en que el cambio está en la masividad de las acciones revolucionarias y ello ha comenzado rodar.