La prensa burguesa centra las noticias respecto a la violencia que coronó la jornada de huelga general en el día de ayer en Brasil. Se hacen eco de las declaraciones de ministros y gobernantes, quienes afirmaban que «Estamos testimoniando piquetes, bloqueos, pero la policía está siendo eficiente». Para ellos, la represión en las calles y la quema de ómnibus fueron lo sobresaliente. Aunque hubieron importantes movilizaciones, piquetes y bloqueos en diversas ciudades y empresas, según el gobierno «fueron insignificantes y no tuvieron la expresión que se imaginaba que tendrían«. Las noticias se refieren al paro en relación a los enfrentamientos con las fuerzas represivas del pueblo brasilero, intentando minimizar de esta manera el fuerte peso que la clase obrera y los trabajadores tuvieron en la huelga, que según estimaciones sindicales se concretó en un 85% en general y en el seno de la producción tubo un 100% de cumplimiento. No es casual que el intendente de San Pablo haya declarado que «El que hace paro es vago, perezoso, duerme hasta tarde. Yo me levanto temprano»…
Este es un nuevo escenario en la lucha de clases, que pone blanco sobre negro la profundidad del enfrentamiento a los planes de los monopolios. Temer y compañía, como fieles representantes de la burguesía monopolista, intentan implementar con las reformas laborales y previsionales, la reducción salarial y la flexibilidad laboral, la reducción de las jubilaciones y pensiones, y el aumento de la edad jubilatoria. Todo “para inaugurar un ciclo de prosperidad socioeconómica”.
La imposición de estas medidas no solo atentan contra las conquistas logradas por los trabajadores sino también con el propio marco jurídico constitucional, pues estas reformas de ser aprobadas por la cámara del Senado pasan a prevalecer por sobre las normas del código laboral.
Buscan eliminar las restricciones a la contratación de trabajadores temporarios, introducir garantías a las patronales para el trabajo subcontratado y permitir además, la introducción de convenios laborales entre empresa y sindicatos, al margen del código laboral.
Esto último es -ni más ni menos que- la extensión de la jornada laboral. Estas medidas no solo violentan las conquistas económicas sino, que dotan a los monopolios de un marco político para imponer sus dictados de más explotación en el seno de la producción.
La clase obrera, que viene desarrollando una intensa lucha contra estas políticas, no se enfrenta a cualquier situación sino a la razón de ser del capital monopolista y el peso de este enfrentamiento es decisivo, determina todo el devenir de la lucha de clases.
De allí que el gobierno de Temer arriesgue el todo por el todo, incluso su propia caída y la gobernabilidad, para imponer esos dictados. La lucha de clases entra en un nuevo escalón porque desde un protagonismo masivo enfrenta estos planes, que lejos de ser coyunturales, pretenden garantías estratégicas para la burguesía monopolista. Dicho con sus propias palabras, para que le aseguren su prosperidad socioeconómica.
El peso que tuvo en las jornadas previas al paro, se había expresado en incontables asambleas de todas las ramas industriales. Desde el petróleo hasta la metalurgia, desde el transporte hasta la alimentación, desde empresas de servicios hasta los trabajadores estatales y municipales, docentes, médicos, etc. El paro fue la coronación de esas prácticas asamblearias que, barriendo con la pusilánime y oportunista burocracia, decidieron redoblar el enfrentamiento.
Esa burocracia que coqueteaba con sus ventajas y prebendas, con modificaciones a medias, se vio también sobrepasada y sorprendida con la contundencia de la huelga. Incluso teniendo las fuerzas represivas hostigando dentro de alguna de las principales fábricas y llegando a enfrentarse con las mismas, los obreros, en pleno ejercicio de democracia directa, tomaron la decisión ir a la huelga en una actitud de firmeza como no se había visto antes.
La superestructura -que acusó el golpe- ya aventura que en el Senado las reformas no podrán ser aprobadas. En su desesperación por imponer estas reaccionarias medidas no puede contener el peso y la masividad de los trabajadores y el pueblo de Brasil, que aunados, repudian todo lo que venga de arriba.
La crisis política sobrepasa el marco de las posibilidades de implementación de estas reformas laborales. Aunque pueda darse la aprobación de las mismas, la gobernabilidad que no es únicamente el sistema político estatal de representatividad burguesa, sino las posibilidades de disciplinar a la clase obrera en las fábricas y lugares de trabajo, no está garantizada ni mucho menos.
Por el contrario, no tendría otro efecto que echar más leña al fuego.
En honor a la verdad, la burguesía monopolista no tiene asegurado nada, solo la ingobernabilidad, la crisis política y la decisión de lucha de un pueblo que aspira a una vida digna.
En vísperas del 1° de mayo, cada día con más vigor y decisión, la clase obrera con el ejercicio asambleario y la democracia directa, implementa la metodología revolucionaria para enfrentar a la burguesía. Este hecho por sí solo, es portador de un paso de gigantes en la historia de la liberación de las cadenas del capital. Sobre esta base se asienta la revolución venidera. ¡¡Vivan los trabajadores de Brasil, viva la clase obrera!!