Más allá de todos los fuegos de artificio de sus viajes por Arabia, China y Japón nuestro presidente se vino con las “manos” vacías. Las “Inversiones” que la propia burguesía espera para multiplicar sus negocios, no llegan, y cuando llegan son para colocar dinerillos y sacarlos con prebendas que solo nuestro país concede a la usura internacional con tamañas ganancias de corto plazo o para afirmar sus inversiones con salarios achatados.
El dólar “barato” no para la inflación y a la vez ataca al bolsillo del asalariado y por ende a la mayoría del pueblo.
Cuando una multinacional cobra en pesos, por ejemplo tarifas de luz, gas, nafta, gasoil, etc. va por una ventanilla del banco y compra dólares baratos, que a la vez los exporta a puntos del mundo en donde nuevamente “invierte” una parte en negocios “estables” y otra parte al capital netamente especulativo. Entonces esos mismos dólares baratos que exportó nuestro país, vuelven como “inversiones” y vuelta la burra al trigo. Si aumentara el dólar también golpearía los ingresos de los asalariados bajando abruptamente los mismos y la burguesía realizaría negocios convenientes a través de otros mecanismos, por ejemplo, las exportaciones.
Todas estas “Inversiones” de capitales se generaron con el esfuerzo de nuestro pueblo.
¿Por qué ganancias rápidas? Porque la burguesía monopolista sabe muy bien de la inestabilidad política que rodea al mundo y tiene muy asimilado que una crisis como la de hoy en Brasil puede llevar a vaivenes no queridos por la oligarquía financiera.
En los años 70 del siglo pasado nos iba a “salvar” Japón, todos los medios de propaganda auguraban que el “Sol Naciente” iba a ser parte de nuestra vida cotidiana, ¡se venían los capitales japoneses a invertir! Todo fue presentado como muy dramático y drástico. Fue fugaz….pero el engaño solo sirvió para que esa dramaticidad se convirtiera en una comedia…..¡¡¡y los capitales japoneses no vinieron!!! De todas formas no hubiesen significado mejoría alguna para el pueblo ya que de las “inversiones” quien sólo obtiene ganancias es la burguesía.
Hay muchos dólares por el mundo globalizado pero una buena parte se refugia incluso en donde hay tasa negativa. Las cosas están cambiando raudamente, el mundo capitalista es un problema en sí mismo y nadie sabe a ciencia cierta por dónde explotan las crisis políticas y económicas.
Este gobierno hace negocios rápidos, pocos de ellos estratégicos. Las calificadores del capital financiero mundial ponen a nuestro país en los peldaños más bajos de sus notas. Macri lo sabe y el conjunto de empresas del capital financiero, enfrentados unos con otros, saben que los tiempos políticos corren muy rápido.
La lucha de clases se expresa, una vez, categórica como en el mes de marzo y la “asonada” popular del 2×1 cuando todo parecía haberse calmado, otras veces, la que más le duele a la burguesía, es que de una u otra forma, nuestro pueblo erosiona la gobernabilidad en infinitos enfrentamientos.
Las ganancias rápidas se concretan, los enfrentamientos con el pueblo también.
Son momentos muy particulares de la lucha de clases, la clase dominante no tiene resuelta la cuestión política pero realiza sus ganancias rápidas a costa de las mayorías laboriosas, el pueblo erosiona con sus luchas la gobernabilidad pero no tiene el poder suficiente de quebrar definitivamente el actual andar del gobierno.
Así las cosas exige de los revolucionarios quebrar la situación en el plano político exacerbando el enfrentamiento en el terreno más propicio de la revolución y en el más temido de toda la burguesía, es decir aferrarlo al terreno de la masividad, sea una sección de fábrica, sea una escuela, sea un hospital o barrio. O en definitiva lo que ello implica cuando se expresa multitudinariamente como nos tiene acostumbrado nuestro pueblo.
En ese terreno fundamental comienzan a jugarse las cartas de la revolución, la política revolucionaria es esencialmente unitaria porque no está atada a ningún “festín” electoralista. Tiene que denunciar, analizar, proponer, organizar y desplegar el enfrentamiento para cada conquista a la vez que extiende ese peso unitario a otras partes cercanas para masificar aún más la expresión de lucha.
Las aguas están divididas por los intereses de las clases y no por cuestiones secundarias
La conquista política o económica a lograr requiere de unidad de acción en las mayorías sufrientes y los revolucionarios no nos tenemos que dejar arrastrar por falsas aguas divisorias teñidas de electoralismo más burdo y barato. En esa unidad para la conquista concreta hay que garantizar masividad ya que no solo garantiza el triunfo de la reivindicación sino que desnuda en cada momento el oportunismo de los “salvadores” que pregonan el “síganme” del actual propuesto a “senador” para no ir a la cárcel.
Debemos persistir en corroerles la gobernabilidad, en ensuciarle todos los negociados, golpearlos aquí y allá en forma constante, producirle más divisiones mientras se va tejiendo la unidad política desde abajo.
Tenemos que persistir una y otra vez en este andar, no perder de vista que más allá de una victoria o una derrota pasajera la tendencia histórica que está envolviendo a la lucha de clases está marcada por desatar las fuerzas humanas que destraben la historia.
Los revolucionarios tenemos que levantar la mirada y seguir amasando desde abajo la aparición de una alternativa política revolucionaria de todo el pueblo.
Es mucho lo que se está haciendo, cada vez más aparecen las fuerzas que reclaman un cambio cualitativo en nuestra sociedad. Mas puestos de lucha se van ocupando en este desarrollo y despertar a las ideas de la revolución. Enfrentar, seguir caminando, acumular fuerzas para seguir enfrentando con más robustez. Esa es nuestra táctica.