Bajo el título de retrasos en la entrega de prótesis en el PAMI, se esconde un negocio millonario para pocos y miseria para jubilados y trabajadores.
De punta a punta del país se multiplican los casos en donde el PAMI tiene “retrasos” según los pocos medios que lo publican. La palabra retraso oculta una cruda realidad en la cual pacientes son obligados a esperar hasta 6 meses para poder ser operados, muchas veces esta espera es con una fractura en la cadera.
Esta situación de indefensión total ha tenido una profundización ya que antes, las familias con mucho sacrificio y esfuerzo, lograban comprar la prótesis en forma particular y entonces realizaban la operación a través de PAMI de forma rápida. Hoy, el cambio de política es que el PAMI sólo paga las operaciones que se realizan con su prótesis. Entonces, o se espera los tiempos del PAMI (unos 6 meses) o se realizan de forma particular operaciones que, completas, llegan a tener valores de 200.000 a 300.000 pesos, valores irrisorios cuando las familias trabajadoras tenemos salarios promedio de 14.000 pesos.
Esta política no puede tener otro nombre más que exterminio, un exterminio silencioso que muchos sufrimos en un silencio y padecimiento individual.
El capitalismo de la libertad… libertad de los que tienen dinero.
El nuevo sistema de salud que anunció el gobierno y que tiene su experiencia piloto en Guaymayen, Mendoza, es el ejemplo antes expuesto pero por miles, ya que con una tarjeta sólo se va a tener cobertura a una canasta de prestaciones médicas. Y las que estén fuera de esa canasta básica deberán ser costeadas de forma particular. Esto es salud para los que pueden pagarla, y el resto quedamos librados a la suerte, muriendo en las peores condiciones por patologías cuya cura existe hace años.
¿Por qué implementan estas políticas y siembran un futuro de miseria para los trabajadores?
Vivimos en un momento donde las políticas públicas las controla el gran capital concentrado, empresas multinacionales para quienes solo vale la productividad, los que producen los que dan ganancia, todos los demás somos un gasto sin importancia: jubilados, discapacitados, trabajadores informales, sectores marginados. Para el gran capital somos un gasto, en su ideología lo dicen sin tapujos cuando nos llaman población sobrante.
Pero hoy nos enfrentamos y nos organizamos contra sus planes de despojo y explotación, porque luchamos para construir una sociedad solidaria y de unidad que respete las diferentes capacidades y que nos dé las mismas posibilidades de desarrollo a todos. Donde cada uno pueda estudiar en buenas condiciones, tenga un puesto de trabajo y que al jubilarse, siga teniendo garantizadas sus condiciones de vida, sea socialmente valorado y tenga lugar para expresar su experiencia, base de las próximas transformaciones sociales.
Un proyecto socialista que iguala a las personas desde la producción y la distribución de lo producido, para que lo que hoy es propiedad de los monopolios, pase a ser de los trabajadores y el pueblo organizado.