En el lanzamiento del T20 el jueves pasado en Buenos Aires se reunieron más de 150 tink tanks («tanques del pensamiento»)… El autobombo es literal y viene a ser como la usina de ideas del G20.
Como no podría ser de otra manera, los asistentes son Ceos, lobistas, gurúes, «genios» de las finanzas y asesores de negocios industriales. Estos impresentables serían “el mejor equipo de los últimos 50 años en nuestro país”, anfitriones de las demandas de la oligarquía financiera, estuvieron dando inicio a los consensos de ideas para la “visión y estrategias del 2018”. ¡¡Enorme estrategia la que se plantean si el horizonte tiene este plazo!!
Como no podría ser de otra manera el tema central no fue otro que el “futuro del Trabajo” y “las transformaciones laborales”, “un tópico altamente problemático” según lo calificaron. Que es, dicho sea de paso, el primer tema de agenda del G20. No está demás agregar que la preocupación de los monopolios es sin duda cómo profundizar la explotación y la productividad evitando las catástrofes políticas que la lucha de clases les crea.
De allí que la apelación a los consensos políticos y sociales es y será la cuestión central de estos muchachos, que buscan profundizar los negocios del capital monopolista sin sufrir las consecuencias que ello les crea.
En la voz del señor Jeffrey Sachs se sintetiza “la estrategia” de estos tink tanks, quien apela a la necesidad de un acuerdo tripartito entre “Gobierno, industria y sindicato”, “en este país que es la capital mundial de la inflación en la historia moderna” y “con grandes divisiones sociales”. En ese conclave de Ceos, que un lobista de renombre como este señor diga esto, más que una opinión, suena a un reclamo frente a las posibilidades de cada negocio particular. En nuestro propio castellano sería como decir ¡¿Qué están haciendo muchachos?!!…¡¡Pese a las reformas y demás cosas, acá no se está solucionando nada!!!
Esta es solo una pequeña muestra, de los “consensos” que expresan los recomendadores de consensos, los genios de las usinas de ideas, que ni aun en sus coloquios encuentran el sosiego para sostenerlas. No por ser maravillosas sino, porque a decir verdad, los pactos sociales, los acuerdos tripartitos, la gobernanza social, la santa alianza y demás cosas por el estilo, son de una decrépita vejez en el marco de su crisis política y económica presente.
La representación de la CGT y otras estructuras sindicales están corroídas y quebradas, diluída su capacidad de establecer consensos nacionales, desprestigiada frente a la clase obrera y los trabajadores, sumergidas en la crisis política y -por más atisbos de combatividad que expresen unos o por más dialoguismo de otros- no están en condiciones de establecer el marco político que necesita el poder para contener la creciente combatividad de la clase obrera.
Al ritmo de una creciente descomposición en la superestructura se esfuma el consenso a sus políticas.
Las mismas asumen cada día un carácter menos viable, pues los monopolios profundizan sus feroces ataques contra los trabajadores y el pueblo. Te pego en tus intereses laborales y de vida e intento someterte, pero, al mismo tiempo no quiero dejar de hablarte para que me apoyes…
Contradictoriamente, esta es su política. Que lejos de amedrentar a los trabajadores los impele a profundizar el enfrentamiento y a mostrar su decisión de no dejarse avasallar. Frente a ello la democracia burguesa esta descolocada.
La nacionalización de los enfrentamientos y los conflictos se desencadena y muestra un escenario de avance a la unidad de clase, que rompe con los “estereotipos y las costumbres”, los estilos y las metodologías perimidas y vetustas de resolver las iniciativas a tomar al margen del protagonismo de las masas.
No es casual que la burguesía monopolista hable de consensos en este escenario. Mira con preocupación que los interlocutores frente los trabajadores no sean ya los viejos burócratas sindicales, que aun a pesar de su permanencia al frente de la sección gremial o la comisión no tienen el consenso y la incidencia de otros tiempos.
Al mismo tiempo que también son rechazadas las expresiones ajenas a la masividad, que desde el oportunismo electoral pretenden arrogarse el derecho de representatividad formal al margen de la propia organización asamblearia de la mayoría.
Estos mecanismos, que son ajenos a las aspiraciones y soluciones concretas y prácticas que de hecho como un elemento fundamental expresa la organización sindical propia y genuina de los trabajadores, se desarrolla a la par de la masividad en su propia interacción.
En consonancia con la gran comprensión de nuestro pueblo del significado de las enormes injusticias que representan los despidos, los ajustes, y las políticas nefastas de los monopolios, se van nacionalizando los conflictos al mismo tiempo que se extienden metodologías superadoras que en cada enfrentamiento se van desarrollando.
El conflicto del INTI se ha nacionalizado, precisamente por esto. Por la combinación de estos dos factores que llevan en sí la impronta de lo nuevo y lo superador, que es el avance político de la lucha desde los propios intereses de los trabajadores, y por la amplitud de las amplias mayorías de encontrar salidas efectivas a las calamidades de este sistema social. Cuando estos dos factores se combinan generan un salto cualitativo.
En esta situación “el consenso” por establecer pactos de más explotación y más sometimiento no solamente carece de sustento, sino que sería un impedimento a lo nuevo. Y esto sólo podrá desarrollarse desde el enfrentamiento decidido a lo viejo, en el seno de la lucha de clases.