Esta afirmación que se escucha de la boca de cada uno de los economistas del sistema cuando “explican” la devaluación del peso frente al dólar, se choca de frente con la constatación cotidiana de que el alza de los precios, fundamentalmente los de los productos de consumo masivo, se acelera y no tiene visos de frenar.
Lo mismo sucede cuando se habla de los sectores que ganan o pierden con las medidas económicas que se toman desde o el gobierno; medidas que, por otro lado, son imposiciones del capital monopolista con el objetivo de posicionarse mejor en la carrera de competencia interburguesa y de lograr apropiarse de la mayor cuota de plusvalía social posible.
Lo que queremos graficar es que cuando se escuchan estas afirmaciones, las mismas se refieren pura y exclusivamente al interés de la clase dominante y de cada una de sus facciones. Nunca al interés general ni mucho menos a proyecto de país ninguno. La burguesía monopolista en la Argentina hace rato que ha dejado de ser una clase con proyectos a largo plazo; su “mirada estratégica” está centrada en la práctica de la arrebatiña (*).
Volviendo al título de esta nota: ¿Para quién es más barata la Argentina en dólares? Para el asalariado que ve cómo su salario alcanza cada vez menos para adquirir los productos y servicios de primera necesidad, seguro que no. Para el jubilado o pensionado que sobrevive con una haber mínimo de $ 8.096, mucho menos. Para el pequeño comerciante al que le suben los servicios, el alquiler, los insumos y ve caer sus ventas por la baja del consumo, tampoco. Para los millones de compatriotas que cobran una AUH de $ 1.578, obviamente que no.
Cundo se afirma que nuestro país es más barato en dólares se está haciendo referencia al verdadero costo que a la burguesía monopolista le interesa achatar, que es el salario. El salario mínimo, vital y móvil en Argentina es de $ 9.500. El 2 de enero de este año era de 506 dólares. El día de ayer, 19 de junio, con el precio del dólar a $ 28,49, el salario mínimo es de 333 dólares. Esto significa que el promedio de masa salarial que la burguesía monopolista pagaba en enero bajó un 52%.
En Uruguay el salario mínimo es de casi 470 dólares; en Chile, un poco más de 450 dólares; en Paraguay, casi 360 dólares; En Ecuador, 390 dólares; Brasil, 320 dólares.
Contra estas cifras salariales se hacen las comparaciones para afirmar que la Argentina “es más barata en dólares”. La intención del achatamiento salarial tantas veces expresada para ser más “competitiva” a la economía argentina se concretó con las devaluaciones de los últimos meses y se agravará con las devaluaciones que puedan venir.
A todo esto hay que sumar que el poder adquisitivo de los salarios se ve notablemente afectado, dado que las devaluaciones se descargan sobre los precios de la canasta familiar, por lo que no solamente los salarios bajan sino que además los demás precios de la economía suben.
Esto significa un empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de las amplias mayorías populares, que ya se está sufriendo. Sobre esta realidad, el recalentamiento de la lucha de las clases es un hierro caliente que la burguesía no tendrá forma de enfriar.
El enfrentamiento clasista está entrando en una etapa de agudización extrema, lo que augura (como lo afirmáramos en uno de los artículos publicado en este medio el pasado lunes) un enfrentamiento prolongado, de golpe por golpe, donde los revolucionarios debemos bregar con cada vez más ímpetu por la construcción de la salida revolucionaria.
(*) Arrebatiña: Acción de recoger arrebatada y presurosamente algo entre muchos que pretenden apoderarse de ello.