Muchos revolucionarios y nuestro partido en particular estamos muy preocupados por el problema de la unidad política de todo el pueblo.
Se trata de no caer en viejas fórmulas que en definitiva vuelven una y otra vez a la idea central que plantea la burguesía de respetar la Constitución Nacional cuando nos dice que el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta carta magna.
La unidad hay que tejerla y trabajarla sobre la base de principios y sobre la base de la flexibilidad táctica.
¿Que significan estas dos vertientes?
Que los principios de la unidad política que estamos planteando tienen un interés de clase que en lo político acumule hacia la lucha por el poder, la construcción de un nuevo Estado obrero y popular y la revolución socialista.
Sobre éstos principios fundamentales hay caminos que recorrer y a ello llamamos flexibilidad en la táctica. Entendemos que cuanto más robusto sea nuestro pensamiento estratégico, de principios, más amplitud podremos desplegar en la táctica.
Si hay interés de clase por la unidad es desde ésta misma clase que se deben desplegar con más intensidad los actuales embriones de unidad ya logrados.
Es en ese camino de construcción de herramientas que aparecen nuevos problemas tanto en el plano político como en lo ideológico y es allí en donde comienzan a pesar las contradicciones que naturalmente aparecen en la vida cotidiana, en las grandes políticas hacia el pueblo, entre los principios y la flexibilidad táctica.
Hay dos elementos que ayudan a la resolución de éstos procesos, por un lado la política concreta en cada lugar concreto y de allí para arriba, y entonces entra a jugar el otro elemento que son las metodologías con que llevaremos las políticas concretas.
La política concreta, los elementos tácticos inmediatos que planteamos son 6:
1) Salario mínimo y jubilación mínima igual a la canasta familiar.
2) Frenar y hacer retroceder los tarifazos. Basta de aumentos de precios e inflación.
3) Defender los derechos laborales y sociales conquistados por los trabajadores.
4) Ampliar los derechos políticos de la clase obrera y el pueblo frente al crecimiento del autoritarismo.
5) Extender y profundizar el ejercicio de la Democracia Directa.
6) Impulsar organizaciones de base estables que se constituyan en referentes locales para motorizar estos objetivos políticos y el ejercicio de la democracia directa.
Sobre la base de éstas políticas de carácter nacional llevada al terreno cotidiano en cada lugar aparece la metodología con la cual llevamos adelante éstas exigencias del momento.
Es aquí en donde aparecen los problemas de “interpretación” de la unidad, es aquí en donde se ponen de manifiesto las políticas oportunistas por sostener el actual sistema y con él sostener a capa y espada el carácter “representativo” y burocrático o abundar en el camino de una unidad que tejida desde bien abajo adopte como metodología fundamental la participación directa de los trabajadores y el pueblo en la toma de decisiones a través de los cientos y miles de organizaciones que el pueblo se va dando independientemente de la institucionalización propuesta por la clase dominante.
Es en este camino de firmeza en la concepción de unidad que debemos llevar en donde aparecen aspectos de lo viejo, de lo que viene de décadas de metodologías burocráticas y parasitarias que pesan, que son parte de una cultura cimentada por la burguesía que se resisten a morir pero a la vez comienzan a convivir con lo nuevo que está dando nuestra sociedad, la “democracia directa” entendida sintéticamente como el poder del pueblo y es la base fundamental de una unidad política revolucionaria.
Nada se presentará claro y puro,nada será fácil para discernir por fuera del enfrentamiento a las políticas de la clase dominante y particularmente al de éste gobierno, pero allí radica la clave de la unidad por abajo, el enfrentar, con qué y como hacerlo.
Cuando hablamos de unidad no hablamos de cualquier unidad para que unos cuantos aparatos políticos por arriba lo “resuelvan todo”. Lejos de ello planteamos el poder del pueblo que desde el vamos radica en la creación, en el fortalecimiento de lo ya hecho y de la extensión y robustecimiento de las nuevas instituciones políticas independientes del poder burgúes que se vayan gestando.
Hay varios planos de unidad y herramientas caminando en esa dirección pero hay que avanzar en la nacionalización de ésta concepción y con ello la materialización permanente de cada expresión de lucha.
Los revolucionarios planteamos entonces que en los principios y la flexibilidad táctica se expresan armónicamente las políticas para todo el pueblo ya resumidas en los 6 puntos y a la vez la idea central de que el poder del pueblo se exprese de abajo hacia arriba amasando la unidad y democracia directa en cada acontecimiento de deliberación, movilización y enfrentamiento al sistema.