Definitivamente, el poder dominante actúa como siempre lo ha hecho. La trama de los cuadernos y la corrupción salpica a todos; nadie se salva (nadie podría salvarse) si de lo que se está hablando es de la rapiña y el despojo en el que está asentado el sistema capitalista, que actúa de la misma forma aquí y en el mundo. Tanto es así que la utilización política del tema, al contrario de lo que la burguesía monopolista pretende, deja a todos sucios. No se salvan ni políticos, ni empresarios, ni banqueros, ni la justicia. El poder quiere que el tema sea motivo de preocupación de las mayorías explotadas entonces pone el foco sobre sí mismo; lejos de vender justicia y transparencia, el sistema está vendiendo y afirmando que está podrido por los cuatro costados.
El asunto es tapar lo que en la realidad cotidiana no se puede tapar. El “plan” económico del gobierno naufraga sin remedio. Las consecuencias las sufren las mayorías explotadas y oprimidas y allí no hay campaña alguna que funcione.
Los precios siguen aumentando todos los días, sobre todo los de los productos de primera necesidad; la inflación anual ya se pronostica en 35% o más; los salarios y jubilaciones que pierden abrumadoramente contra la inflación; riesgo de incumplimiento del salvaje endeudamiento contraído (aun después de la gira por Wall Street de los funcionarios del gobierno que fueron a presentar todas las garantías); informes de bancos internacionales recomendando salir de las posiciones en pesos y apostar al dólar, dado que auguran que las reservas escasean (https://www.baenegocios.com/economia-finanzas/Pesos-no-la-advertencia-del-mercado-a-inversores-20180821-0086.html); quiebras de empresas; despidos y suspensiones; caída permanente de la actividad económica reflejada en baja del consumo y recesión galopante; la actividad industrial en niveles similares a los de 2002. Todo apunta a que el naufragio es inevitable y la burguesía, aunque diga lo contrario, sabe que así será.
Así como la burguesía lo sabe, los trabajadores y el pueblo en general también. “Esto termina mal”; “esto ya lo vivimos” son expresiones que se escuchan todos los días en todas partes. De allí que el enfrentamiento y la movilización no paran de crecer. Hay luchas y conflictos de norte a sur y de este a oeste y son tapados sistemáticamente por los medios del sistema. Cuando ya no los pueden tapar, recurren a la mentira y a la desinformación más burda, como pasó antes de ayer con los enfrentamientos entre la policía y los trabajadores de Astilleros Río Santiago en La Plata.
Debemos tener una firme convicción. El pueblo argentino no se resignará a ver conculcados sus derechos y conquistas. La lucha de clases se agudizará sin remedio.
El gran desafío que tenemos por delante es continuar trabajando para articular y poner de pie una herramienta de lucha política que unifique el golpe contra la burguesía monopolista y acumule fuerzas en un proyecto revolucionario. Para que las luchas, además de poner palos en la rueda de los planes del gobierno y defender conquistas y reivindicaciones, aporten a la construcción de la herramienta política que necesitan los trabajadores y el pueblo para actuar con independencia de la burguesía monopolista y comenzar a mostrar un camino de salida que contemple los intereses y demandas de las grandes mayorías.
Esta herramienta en marcha debemos seguir construyendola amasando la unidad política desde abajo. Levantando los puntos que vayan unificando a todo el movimiento de luchas y, desde allí, convocando en cada pueblo, barrio o ciudad a jornadas de lucha y movilización que, desde lo pequeño a lo grande, vayan siendo una referencia política de acción para las amplias masas populares. En cada lugar llevar adelante acciones movilizadoras, participativas, de las más variadas formas, estableciendo organizaciones en las que las masas protagonicen las decisiones y la ejecución de las mismas.
Nuestro pueblo está expectante y activo. Hay que concretar entonces iniciativas de acción desde el terreno inmediato allí donde el pueblo vive, sufre y padece, pero a la vez mantiene anhelos de salir de esta situación agobiante.