Está creciendo a ritmo acelerado la conflictividad laboral en 2018 respecto del año pasado. Según datos del Observatorio del Derecho Social (ODS), la conflictividad supera un 29% en el segundo semestre de este año respecto del 2107. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el año pasado se realizaron desde los centros trabajo por cuestiones salariales, paritarias, condiciones de trabajo, despidos, 778 huelgas, prácticamente dos por día.
Además, aparejado a ello, se realizaron también 570 movilizaciones que involucran a una amplia gama de ramas industriales privadas como así también trabajadores de empresas, de la educación y la salud del Estado.
Es decir, prácticamente los trabajadores en su conjunto, se movilizaron desde sus diversos reclamos y diferentes reivindicaciones 1 vez y media por día. Ello sin contar otros mecanismos utilizados como los cortes, las tomas y los piquetes, que también confluyen como expresiones del enfrentamiento que se viene dando.
Según el centro CEPA, en 2017 las sumas de las luchas de la clase obrera alcanzaron 2265 enfrentamientos concretos. Según OSD, este año ya se supera con un 29% el aumento de la conflictividad de la clase obrera. Aún teniendo en cuenta que estas cifras no son absolutas sino aproximadas, y teniendo en cuenta aquella referencia y este porcentaje, el volumen actual de enfrentamientos que en 2018 se llevan adelante, prácticamente alcanza a 3000 en número de luchas actuales de la clase obrera respecto de 2017.
Pero una cosa son los hechos concretos y otra, cómo desde los diferentes intereses burgueses en danza, se trata de adaptarlos para disimular la debacle política que se les presenta como respuesta a sus ataques.
Como el gobierno no puede disimular la situación económica de los salarios y la crisis, apelan desde la política oficial y la política en general del sistema y a modo de anticuerpo, no solo a inundar los medios tratando de mostrar que la calma ha llegado y que la tormenta ya pasó, sino a darles aires a la continuidad a otras alternativas burguesas.
Desde las expresiones de la oposición formal, entre las que se incluye también las burocracias sindicales, la superestructura se calza el guante de los mecanismos de salvataje de estas condiciones de opresión y explotación.
Aunque el armado de listas electorales es una cuestión urgente, es más urgente tratar de sofrenar el creciente grado de enfrentamiento de la clase obrera. Por ello, desde una aparente combatividad y en función de concitar alguna expectativa, se llenan la boca despotricando contra el ajuste y la inflación pero sin ofrecer nada más que una alternativa proselitista.
A pesar que las demandas de los trabajadores son muy concretas respecto al salario y demás reivindicaciones, desde estas expresiones se ningunean (por ejemplo, el denominado frente sindical) tratando de encausar las demandas concretas de la clase obrera por el lado electoral, buscando reducir a la nada lo que la lucha ya expresa con toda claridad. Todo encaja en un juego en el cual el oportunismo de izquierda también participa.
Sentados en la mesa de este mecanismo perverso, todo decanta en un conjunto de políticas que garantizan la gobernabilidad. Dispuestos a jugar el rol de repartidores de migajas a obreros a los que traicionan a diario, propugnan una unidad tan lejana del protagonismo de las bases que manifiesta hasta qué punto no saben leer la situación que existe.
No se oye de ninguno de ellos hablar de mecanismos asamblearios de debate y resolución, ni siquiera de protagonismo de los propios trabajadores, menos aún de instalar aumentos salariales acordes con la inflación del 40% o más.
Estos también son hechos tan crudos como las cifras mencionadas respecto al crecimiento del enfrentamiento. Ponerse en contra de los hechos no cambia las condiciones que los hace nacer.
Y las condiciones de las que hablamos, aunque sea redundante, ya vivida y experimentada por la clase obrera, se da sobre una base nueva. Es decir, sobre la experiencia y el ejercicio de nuevas formas de lucha.
En este escenario, la clase obrera debe clavar sus estacas desde su propia fuerza organizada. El programa de acción y lucha que estamos llevando adelante en cada sector del pueblo, expresa las aspiraciones a conquistar por parte de las grandes mayorías laboriosas:
* Salario mínimo y jubilación mínima igual a la canasta familiar. Aumento ya del 40% .
* Frenar y hacer retroceder los tarifazos. Basta de aumentos de precios e inflación.
* Defender los derechos laborales y sociales conquistados por los trabajadores.
* Ampliar los derechos políticos de la clase obrera y el pueblo frente al crecimiento del autoritarismo.
* Extender y profundizar el ejercicio de la Democracia Directa.
* Impulsar organizaciones de base estables que se constituyan en referentes locales para motorizar estos objetivos políticos y el ejercicio de la Democracia Directa.