Nuevamente, el día de hoy será una demostración de la farsa que representa la democracia burguesa; y cómo las instituciones caducas del Estado burgués monopolista deciden en función de las distintas facciones de la clase dominante, siempre en contra de los intereses del pueblo.
El tratamiento del presupuesto para 2019 está encorsetado al acuerdo con el FMI. Acuerdo que, por otra parte, nadie conoce.
Todas las partidas que tienen que ver con las condiciones de vida de la población bajan; salud, educación, asistencia social, vivienda. La única que aumenta es la del pago de los servicios de la deuda.
El gobierno nacional logró dictamen para su tratamiento en el día de hoy porque, según los medios burgueses, realizó “concesiones” a la oposición. Dichas concesiones son un toma y daca entre facciones de la burguesía (como señalamos más arriba), en las que los gobernadores y fuerzas políticas parlamentarias negocian su voto a cambio de continuar recibiendo prebendas y beneficios para los sectores burgueses que cada facción defiende. Ni hablemos de la plata que corre “por debajo de la mesa” para que esta ley, como muchas otras, sea votada.
Los defensores a ultranza del sistema, aquellos que desde los medios masivos se arrogan portadores de la opinión de las mayorías, agitan y pregonan el “libre” funcionamiento de las instituciones, el respeto por las mismas, y advierten sobre la movilización popular que en el día de hoy expresará el rechazo a esta nueva afrenta contra los intereses de las mayorías.
Cabe preguntarse: ¿cuál es el libre funcionamiento institucional si los propios legisladores dicen desconocer el detalle de lo firmado con el FMI?; si la propia Constitución Nacional establece, en el artículo 75, que es el parlamento el que debe aprobar la toma de deudas y empréstitos por parte de la Nación, ¿cuándo pasó por el Congreso la autorización para llevar adelante el brutal endeudamiento que tomó el actual gobierno?; ¿por qué los “honorables” legisladores no dicen una palabra sobre este tema, o se niegan directamente a seguir adelante el tratamiento de una ley que lo único que persigue es garantizar el pago de dicha deuda?
El periodismo respetable y refinado, aun el más crítico con las políticas del gobierno, tampoco dice una palabra sobre estos temas. Eso sí, las instituciones deben funcionar aun cuando ni la propia burguesía las respeta.
El llamado a movilizar y frenar en las calles la aprobación del presupuesto es una respuesta legítima del pueblo y sus organizaciones a los fines de defender sus propios intereses que, está visto, el parlamento burgués no defiende; por el contrario, se dispone a votar una ley que va en contra de los mismos.
La lucha en las calles es un recurso que el pueblo nunca abandonó ni abandonará, menos aun cuando el teatro de la democracia burguesa ya ni siquiera prevé que el pueblo sea espectador; quieren realizar su obra y pretenden sólo sumisión y desesperanza.
A pesar de ello, y a causa de ello, las masas populares se organizan, luchan, protestan de una y mil formas para que la burguesía no olvide que una cosa es sacar leyes entre gallos y medianoche y otra muy distinta es aplicar las mismas. Porque no se confía en la democracia de los de arriba y se sabe que no hay otra forma que hacer sentir el descontento y el rechazo contra los que han llegado a gobernar mintiendo abiertamente sobre lo que iban a hacer una vez en el gobierno.
Los de arriba pueden tener la legalidad de sus normas pero no la legitimidad que se pierde a la hora de aplicar políticas que nunca nadie puso a consideración de las mayorías. Porque la democracia burguesa se ha coinvertido en eso: una monumental mentira que ya a nadie engaña, mal que les pese a sus voceros y defensores.