Como sabemos, casi la totalidad de los sindicatos basan su organización en la democracia representativa, es decir, votar una vez cada tantos años y delegar en otros la facultad de cada uno a decidir, que es una forma de organización característica de las instituciones de la burguesía. Aten es uno de ellos.
Y como se organizan de la misma manera, tienen idénticas prácticas, entre otras, en lo que se refiere al sistema electoral y, en particular, en la manera de informar el resultado de las elecciones. En ese sentido, tanto las instituciones burguesas como los sindicatos, omiten incluir en los cálculos a los afiliados que no votan que, en el caso de la interna de Aten realizada el miércoles 14 de noviembre, es de aproximadamente el 40%. Pero si se tuviera en cuenta también a los trabajadores no afiliados, el porcentaje alcanzaría al 70%.
Dicho de otra forma, del total de los trabajadores de la educación de Neuquén, participó del proceso electoral, solo el 30% de los mismos.
De acuerdo a la información provisoria dada por la Junta Electoral, el ganador obtuvo el 49,6% de los votos positivos, es decir, de los afiliados que votaron; pero si el cálculo se hiciera sobre todos los empadronados, el resultado sería del 31,3% y, si se considerara a la totalidad de los docentes, llegamos a la conclusión de que el Secretario General electo cuenta con el apoyo del 15% de esos trabajadores, lo que significa que, de cada 10 trabajadores solo 1,5 apoya a los dirigentes electos. Y esa es la verdadera base de sustentación con la que cuentan.
Como se ve, la realidad observada desde un punto de vista no burgués, dista mucho de lo que nos dan como información y, los sindicatos, como cualquier institución organizada de acuerdo a los preceptos de la burguesía, tienen la habilidad de tergiversarla para engañar a los trabajadores, haciéndoles creer que su democracia es la democracia de los trabajadores.
En el aspecto político-ideológico, la elección fue similar a otras anteriores, porque compitieron dos tendencias pequeñoburguesas: el populismo (peronismo) y el reformismo (trotskismo).
El resultado favoreció ampliamente a la lista peronista, básicamente, porque ese sector tiene un proyecto político, el cual es aceptado por algunos y rechazado por otros, pero que es coherente con la ideología policlasista que lo sustenta; porque tiene cohesión interna, y las diferencias, si las tiene, las dirimen puertas adentro, y eso, hacia afuera, proyecta la imagen de una estructura sólida y, fundamentalmente, porque el conjunto de los docentes ya no tolera las prácticas sectarias de las corrientes trotskistas, ni su pragmatismo y oportunismo, que hacen muy evidente la dicotomía existente entre su parloteo combativo y de unidad, y la realidad concreta que los impulsa, una y otra vez, a realizar medidas aisladas de la comunidad educativa y del resto de la sociedad, como si por sí mismas constituyeran una fórmula mágica para dar respuesta a la problemática del sistema educativo.
Pero más allá del aparente enfrentamiento entre estas tendencias políticas, existe un punto central que las unifica, que es la decisión de mantener como sea la democracia representativa como forma de organización, porque eso le permite a la tendencia que eventualmente ejerza la conducción del sindicato, utilizarlo como base de maniobra para transmitir la línea política partidaria.
En ese sentido, el año próximo seguramente se va a ver a los dirigentes de Aten haciendo campaña, en las elecciones nacional y provincial, a favor de la lista peronista.
Otra característica de la elección del pasado miércoles, fue la ausencia absoluta de una propuesta de los trabajadores y para los trabajadores, basada en la democracia directa, la independencia política, tanto del Estado y las empresas como de los partidos políticos y, fundamentalmente, sin dirigentes rentados, es decir, con dirigentes que vivan del propio trabajo y no del ajeno.