“Se puede manifestar, pero bloquear un país no es aceptable”… Suena conocida la frase, más de una vez la habremos escuchado de parte de algún funcionario, político o comunicólogo de todo tipo en nuestro país, pero en este caso no es así. Esta frase corresponde al primer ministro francés Edouard Philippe, indignado, pero más que eso como una expresión de impotencia ante la masiva y multitudinaria protesta protagonizada por el pueblo francés, y mas específicamente por los sectores de los barrios obreros de las afueras de París y el interior de Francia, que se ven obligados a largos viajes para ir a sus trabajos. El aumento de combustibles fue la gota que rebalso el vaso.
Los “chalecos amarillos” (chalecos obligatorios que hay que ponerse si se tiene que detener un vehículo descompuesto) como se denomina la protesta, de carácter espontáneo y que no responde a ningún sindicato ni partido, denominándose a sí mismos autoconvocados, paralizaron literalmente todo el país rechazando el aumento de las gasolinas.
La argumentación del gobierno de Macron supera en la mentira y el cinismo largamente a nuestros políticos burgueses. “Era necesario aumentar el combustible para reducir el consumo ante el recalentamiento global”, esto en el marco de la estrategia de ajuste de su gobierno y su mentado derroche populista, denominado “la fiscalidad ecológica”. Nada más falaz, como tampoco lo es según los propios analistas franceses, que la protesta de los Chalecos Amarillos se reduce al aumento de los energéticos. Es la gota que rebalsó el vaso de un gobierno que prometió y no cumplió; en pocas palabras, cada día en Francia se vive peor, como se vive peor en Italia, España y muchísimos países llamados desarrollados.
La mentada “globalización» termina topándose con señales claras que los pueblos del mundo desembarcan indefectiblemente en una única e inequívoca aspiración: así no se puede vivir más, la política burguesa no da respuesta a la solución de las necesidades de los pueblos. De ahí que sus intelectuales se devanen los sesos en crear nuevas teorías de surgimiento de las extremas (siempre dentro del sistema) que se vendrán, las derechas radicalizadas o las izquierdas radicalizadas, eso si dentro del juego de las democracias burguesas, para que cambie todo pero que en esencia no cambie nada, es decir una Bolsonarisación de la política.
¿O acaso el tal Macron no emergía como la salida social demócrata? ¡¡¡ Guarda!! No populista, utilizando en su discurso como pretexto el recalentamiento global y vaya a saber cuántas verdades a medias en pos de «humanizar la producción» y terminó llevando adelante reformas previsionales, reformas laborales y reformas tributarias (nos suena conocido a los argentinos el rumbo de sus medidas)… En realidad es muy importante lo que está pasando en Francia, porque no lo pueden tapar, y marca a todas luces que las políticas de Estado son decisiones de la oligarquía a nivel planetario, supeditadas lógicamente al ritmo que les impone la lucha de clases en cada país.
Nuestro partido saluda la lucha y conducta de la clase obrera y el pueblo de Francia y en esta víspera del famoso G20 que se va a realizar en nuestro país, pensamos que la mejor contra cumbre la están dando los pueblos en los diversos lugares del mundo.
Y que lejos de mirar si el devenir será de sufrimiento -como algunos presuntos intelectualoides y políticos progresistas vaticinan- cuando los padecimientos ya llevan décadas y cada vez se agudizan más, es en este preciso instante, hoy y no mañana, donde hay que salir a dar respuestas, ganando las calles para hacerlos retroceder y con ello ir gestando la salida revolucionaria, que la humanidad tanto necesita.