Los pactos de gobernabilidad establecidos de hecho por toda la superestructura política de nuestro país para garantizar una “paz social” y una “estabilidad” que no es tal, son parte y arte de los mazazos a las condiciones de vida que sufre la amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo.
Todas la pelambre de partidos de “oposición”, pasando por todas sus variantes oportunistas y reformistas de izquierda, por todas las variantes peronistas incluyendo a los K y el llamado progresismo, las expresiones de derecha o de centro, o como se autodefinan, a las que están sumadas la CGT y otras dirigencias sindicales encumbradas, tranzando condiciones contrarias y opuestas a los trabajadore, representan de hecho en su conjunto esa parte de la superestructura “opositora” que -alineada bajo el paraguas del sistema capitalista y de la llamada democracia burguesa- está subordinada a los intereses de los monopolios.
Mientras los mazazos contra las condiciones de vida hacen ver que la única alternativa es el enfrentamiento directo masivo y de forma independiente de toda esta institucionalidad, desde las propias y genuinas organizaciones de base, estas expresiones subordinadas a burguesía no sacan los pies del plato y buscan reciclar recetas que ya no tienen cabida en el contexto de furia y de bronca que anida en nuestro pueblo.
No es difícil advertir que todo este enjambre revolotea alrededor de las elecciones de 2019. Que la paz social y la gobernabilidad a la que suscriben, también les sirve para delinear nuevos engaños electorales, dándole aire a una ideología de opresión en un escenario de inestabilidad política y social cada día más agudo.
Esta superestructura especula con encuestas y votos, cuya única intencionalidad -cuando se llenan la boca hablando contra el ajuste- representa el sostenimiento del capitalismo con toda su inhumanidad, sus agudas contradicciones y sus funestos resultados, representa la permanencia de una institucionalidad burguesa que es el reflejo de la guerra de intereses y las disputas permanentes por las ganancias, que las diversas facciones monopolistas llevan adelante y descargan sobre la amplia mayoría de nuestro pueblo en forma de ajustes, tarifazos, reformas laborales, entre otras.
Esta superestructura además expresa a las variantes electorales de uno u otro color, subordinadas a los monopolios, como las únicas «alternativas» para que todo esto siga su curso opresivo y explotador.
Tan claro y tan evidente es esto que -frente a las violentas medidas de despojo a las que está sometida la clase obrera y el pueblo, las pasadas y las actuales, no disimulan patear la pelota para octubre del 2019. Pretenden, por un lado, generar expectativas en una realidad inconsistente que no augura mejoras dentro de este sistema, y por otro, buscando paralizar y entorpecer todo tipo de iniciativas de acción independiente de las masas en las fábricas, barriadas y demás centros de lucha.
Desde todo punto de vista, esta superestructura es reaccionaria. Pues aun a sabiendas que la inestabilidad y el empeoramiento de las condiciones de vida no tienen visos de solución dentro del capitalismo, está inescrupulosamente dispuesta a no retroceder respecto de la apropiación de una parte de la plusvalía extraída a los trabajadores -que en forma de prebendas del Estado- les permite hacer su juego nefasto: el juego de “la gobernabilidad y la paz social” que es lo que le conviene a los monopolios.
Frente a todo este andamiaje de putrefacción que reina en el marco de una crisis e inestabilidad acuciante, no hay atajos en la lucha por el poder, por cambiar esta realidad yendo detrás de las variantes electorales o no que nos plantea la burguesía.
La independencia política de la clase obrera y el pueblo es la única forma viable para enfrentar los ajustes. Puesto que la gobernabilidad es explotación y despojo, la lucha independiente desplegada contra tanta barbarie debe asumirse -al constituirse como organización de base en cada lugar de trabajo y de vida- en un eslabón de la ingobernabilidad.
Acción independiente que debe vertebrarse como un gran ejercito político de millones para enfrentar y barrer desde la masividad con todo este sistema putrefacto. Pero, que es necesario construir en el enfrentamiento directo en las calles, en las barriadas, en las fábricas… porque no dejarlos gobernar es asumir la decisión de enfrentar las políticas de los monopolios que están llevando nuestras vidas a un aplastante callejón sin salida.
En este escenario, no hay nada que esperar de todo este lupanar de hipocresía. La acción debe ser desde lo local hasta convertirse en fuerza nacional y de masas; y sin más dilación, promover la organización local preparando iniciativas de movilización. O son ellos o nosotros.